Sánchez afronta su semana más crítica por el 'caso Cerdán': ejecutiva federal del PSOE y una sesión de control clave para la legislatura

Hasta ahora, Pedro Sánchez ha sido considerado, tanto como por sus aliados como por sus enemigos, como el experto en la supervivencia, en la resistencia o, como a él le gusta decir, en la resiliencia. Desde sus inicios en la política, ha sabido mantenerse a flote en las aguas más turbulentas y casi siempre ha salido ganador o, al menos, ha podido seguir adelante. Pero ahora, el presidente del Gobierno se encuentra en su situación más crítica, en su momento más delicado. Y esta semana es clave: tendrá que rendir cuentas ante su partido y ante el Congreso.

Todo arrancó cuando, pese a llevar meses hablando de «máquina del fango», «fachosfera» o «pseudomedios», el jueves tuvo que comparecer ante la prensa para pedir perdón: el detonante, la publicación del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que sitúa al ya ex secretario de organización del PSOE y diputado Santos Cerdán en el centro de una trama corrupta junto a los ya denostados José Luis Ábalos y su guardaespaldas, Koldo García. Nunca antes el barro de verdad había salpicado tan de cerca a Sánchez.

El viernes, Sánchez se cobijó en la finca toledana de Quintos de Mora, si bien el sábado regresó a Madrid. Durante este fin de semana, el presidente está contactando con su cada vez más reducido círculo de confianza, en el que hasta hace bien poco aún estaba Santos Cerdán, para ver qué pasos seguir ante el reto que se le presenta. La naturaleza imprevisible de Sánchez hace que no se pueda descartar nada, pero un adelanto electoral parece casi imposible.

La primera cita, en Ferraz

En todo caso, esta semana empieza con trabajo. Después de que el jueves anunciara una auditoría interna y una remodelación de la dirección nacional del partido, el PSOE celebra este lunes en Ferraz una reunión de la ejecutiva federal, donde tendrá que empezar a dar pasos para contener la hemorragia de crédito político.

Curiosamente, la ejecutiva que se reúne este lunes fue elegida siete meses atrás, en el congreso que los socialistas celebraron en Sevilla. En esta cita fue donde Santos Cerdán fue reelegido como secretario de organización, cuyo predecesor fue, precisamente, José Luis Ábalos.

Aunque las principales presiones a las que está sometido Sánchez proceden tanto de la oposición como, en menor medida —por ahora— de sus socios, el presidente del Gobierno tiene dentro de Ferraz algunas voces, aún tímidas, que exigen algo más que unas disculpas y que muestran su estupor ante el desarrollo de los acontecimientos. El primer gran reto de Sánchez es, pues, manejar estos incipientes intentos de reacción interna ante el escándalo.

Pero el encuentro en Ferraz no será la única cita informativa del día. También está previsto que este lunes, el gran protagonista de la trama, Santos Cerdán, entregue su acta de diputado. Es lo que prometió que haría el jueves, y pese a no hacerlo durante el fin de semana. El político navarro, que insiste en su inocencia, no se ha manifestado públicamente más allá de mostrar su intención de dejar el Parlamento este lunes.

Y el miércoles, ante el Congreso

Estaba previsto que esta semana Pedro Sánchez viajara a Nueva York con motivo de una cumbre de la ONU, pero la suspensión de la cita ha dejado a Sánchez con la posibilidad de comparecer en el Congreso. Y así será: este miércoles, el presidente se someterá a las preguntas de los distintos grupos parlamentarios. Y no serán amistosas.

Son sus socios los primeros que exigen explicaciones. Si bien ninguno se plantea nada parecido a dejar caer el Gobierno, sí que han mostrado públicamente su preocupación por las revelaciones de la UCO. Dos de los sostenes del Gobierno, los secesionistas gallegos de BNG y catalanes de ERC ya exigieron la presencia de Sánchez en la Cámara Baja el jueves. El principal socio de Gobierno, Sumar, por ahora ha exigido la entrega del acta de diputado de Cerdán, y ha pedido al PSOE una reunión urgente de la comisión de seguimiento del pacto de Gobierno.

Podemos, que aunque no deja caer al Gobierno en la práctica ejerce de oposición al Ejecutivo desde la izquierda, pidió el jueves una comisión de investigación sobre el ‘caso Cerdán’ para que Sánchez compareciera, por lo que es de esperar que este miércoles aprieten las tuercas del presidente en la sede parlamentaria.

Será interesante ver también cómo plantea Junts el escándalo: Santos Cerdán fue el enviado especial de Sánchez para negociar con Puigdemont los términos de la amnistía. El partido independentista radical no tiene interés tampoco en hacer caer al Gobierno, pero es de prever que redoble sus exigencias aprovechando la debilidad del PSOE. Más cauto parece por ahora el PNV, que incluso el jueves se mostró, por medio de su portavoz Aitor Esteban, sorprendido ante la reacción de Pedro Sánchez ante un caso del que por ahora solo hay un informe policial. La dependencia que tienen los jeltzales del PSE para mantener el Gobierno vasco hacen que Sánchez pueda estar tranquilo cuando mire a la bancada peneuvista este miércoles.

La oposición no tendrá piedad

Los que no van a ser nada benévolos son los dos principales partidos de la oposición: PP y Vox. Ambos partidos han olido la sangre y ven a Pedro Sánchez en su mayor momento de debilidad desde que ocupa la Moncloa. No obstante, los enfoques son diferentes. Alberto Núñez Feijóo es cauto y no quiere precipitarse. La posibilidad de una moción de censura está descartada y su idea ahora es seguir desgastando sin piedad a Sánchez y ver, mientras, cómo se mueven los socios de Sánchez.

Más agresivo es Vox, que incluso ha hecho un llamamiento a los distintos grupos para que cedan dos votos que hagan prosperar una moción de censura. En el peor de los casos, opinan desde la calle Bambú, la moción obligaría a los socios de Sánchez a retratarse ante el mayor escándalo de corrupción del PSOE en los últimos años. En el PP no comparten esa idea: creen que una moción de censura fracasaría con toda seguridad, acabaría siendo un balón de oxígeno para Sánchez y sería una bala desperdiciada en su lucha por sacar a los socialistas de Moncloa, que creen que es una fruta madura que cada vez está más cerca de caer.

 Este lunes también está previsto que Santos Cerdán entregue su acta de diputado, tal y como ha prometido.  

Hasta ahora, Pedro Sánchez ha sido considerado, tanto como por sus aliados como por sus enemigos, como el experto en la supervivencia, en la resistencia o, como a él le gusta decir, en la resiliencia. Desde sus inicios en la política, ha sabido mantenerse a flote en las aguas más turbulentas y casi siempre ha salido ganador o, al menos, ha podido seguir adelante. Pero ahora, el presidente del Gobierno se encuentra en su situación más crítica, en su momento más delicado. Y esta semana es clave: tendrá que rendir cuentas ante su partido y ante el Congreso.

Todo arrancó cuando, pese a llevar meses hablando de «máquina del fango», «fachosfera» o «pseudomedios», el jueves tuvo que comparecer ante la prensa para pedir perdón: el detonante, la publicación del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que sitúa al ya ex secretario de organización del PSOE y diputado Santos Cerdán en el centro de una trama corrupta junto a los ya denostados José Luis Ábalos y su guardaespaldas, Koldo García. Nunca antes el barro de verdad había salpicado tan de cerca a Sánchez.

El viernes, Sánchez se cobijó en la finca toledana de Quintos de Mora, si bien el sábado regresó a Madrid. Durante este fin de semana, el presidente está contactando con su cada vez más reducido círculo de confianza, en el que hasta hace bien poco aún estaba Santos Cerdán, para ver qué pasos seguir ante el reto que se le presenta. La naturaleza imprevisible de Sánchez hace que no se pueda descartar nada, pero un adelanto electoral parece casi imposible.

La primera cita, en Ferraz

En todo caso, esta semana empieza con trabajo. Después de que el jueves anunciara una auditoría interna y una remodelación de la dirección nacional del partido, el PSOE celebra este lunes en Ferraz una reunión de la ejecutiva federal, donde tendrá que empezar a dar pasos para contener la hemorragia de crédito político. 

Curiosamente, la ejecutiva que se reúne este lunes fue elegida siete meses atrás, en el congreso que los socialistas celebraron en Sevilla. En esta cita fue donde Santos Cerdán fue reelegido como secretario de organización, cuyo predecesor fue, precisamente, José Luis Ábalos.

Aunque las principales presiones a las que está sometido Sánchez proceden tanto de la oposición como, en menor medida —por ahora— de sus socios, el presidente del Gobierno tiene dentro de Ferraz algunas voces, aún tímidas, que exigen algo más que unas disculpas y que muestran su estupor ante el desarrollo de los acontecimientos. El primer gran reto de Sánchez es, pues, manejar estos incipientes intentos de reacción interna ante el escándalo.

Pero el encuentro en Ferraz no será la única cita informativa del día. También está previsto que este lunes, el gran protagonista de la trama, Santos Cerdán, entregue su acta de diputado. Es lo que prometió que haría el jueves, y pese a no hacerlo durante el fin de semana. El político navarro, que insiste en su inocencia, no se ha manifestado públicamente más allá de mostrar su intención de dejar el Parlamento este lunes.

Y el miércoles, ante el Congreso

Estaba previsto que esta semana Pedro Sánchez viajara a Nueva York con motivo de una cumbre de la ONU, pero la suspensión de la cita ha dejado a Sánchez con la posibilidad de comparecer en el Congreso. Y así será: este miércoles, el presidente se someterá a las preguntas de los distintos grupos parlamentarios. Y no serán amistosas.

Son sus socios los primeros que exigen explicaciones. Si bien ninguno se plantea nada parecido a dejar caer el Gobierno, sí que han mostrado públicamente su preocupación por las revelaciones de la UCO. Dos de los sostenes del Gobierno, los secesionistas gallegos de BNG y catalanes de ERC ya exigieron la presencia de Sánchez en la Cámara Baja el jueves. El principal socio de Gobierno, Sumar, por ahora ha exigido la entrega del acta de diputado de Cerdán, y ha pedido al PSOE una reunión urgente de la comisión de seguimiento del pacto de Gobierno.

Podemos, que aunque no deja caer al Gobierno en la práctica ejerce de oposición al Ejecutivo desde la izquierda, pidió el jueves una comisión de investigación sobre el ‘caso Cerdán’ para que Sánchez compareciera, por lo que es de esperar que este miércoles aprieten las tuercas del presidente en la sede parlamentaria. 

Será interesante ver también cómo plantea Junts el escándalo: Santos Cerdán fue el enviado especial de Sánchez para negociar con Puigdemont los términos de la amnistía. El partido independentista radical no tiene interés tampoco en hacer caer al Gobierno, pero es de prever que redoble sus exigencias aprovechando la debilidad del PSOE. Más cauto parece por ahora el PNV, que incluso el jueves se mostró, por medio de su portavoz Aitor Esteban, sorprendido ante la reacción de Pedro Sánchez ante un caso del que por ahora solo hay un informe policial. La dependencia que tienen los jeltzales del PSE para mantener el Gobierno vasco hacen que Sánchez pueda estar tranquilo cuando mire a la bancada peneuvista este miércoles.

La oposición no tendrá piedad

Los que no van a ser nada benévolos son los dos principales partidos de la oposición: PP y Vox. Ambos partidos han olido la sangre y ven a Pedro Sánchez en su mayor momento de debilidad desde que ocupa la Moncloa. No obstante, los enfoques son diferentes. Alberto Núñez Feijóo es cauto y no quiere precipitarse. La posibilidad de una moción de censura está descartada y su idea ahora es seguir desgastando sin piedad a Sánchez y ver, mientras, cómo se mueven los socios de Sánchez.

Más agresivo es Vox, que incluso ha hecho un llamamiento a los distintos grupos para que cedan dos votos que hagan prosperar una moción de censura. En el peor de los casos, opinan desde la calle Bambú, la moción obligaría a los socios de Sánchez a retratarse ante el mayor escándalo de corrupción del PSOE en los últimos años. En el PP no comparten esa idea: creen que una moción de censura fracasaría con toda seguridad, acabaría siendo un balón de oxígeno para Sánchez y sería una bala desperdiciada en su lucha por sacar a los socialistas de Moncloa, que creen que es una fruta madura que cada vez está más cerca de caer.

 20MINUTOS.ES – Nacional

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