Cristina Velasco Mora, la artesana del papel que dejó una carrera como abogada por un trabajo manual y desconocido: “Gente que se dedique a esto y sobreviva hay muy poca”

El papel salvó a Cristina Velasco Mora (Ourense, 39 años) hace más de una década. En concreto, la laboriosa y concienzuda tarea de crear con él pequeñas figuras. “Cuando descubrí el trabajar con el papel, estaba en un despacho de abogados de becaria, estaba pasando una época de estrés muy complicada, tenía dermatitis, estaba forzando a mi cuerpo a estar en una situación que no le gustaba. Llegar a casa, coger un trocito de papel, poner un vídeo y hacer el tutorial paso a paso hasta conseguir la figura final me permitía que durante una hora mi mente no pensara en nada más. Para mí, era como quien hace yoga o punto de cruz”, cuenta.

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 Tras descubrir el origami hace más de una década, la gallega ha hecho de sus creaciones piezas irrepetibles. Flores, lámparas, esculturas o bolsos, nada se resiste a su creatividad y laboriosidad. “Cualquier obra de arte se inicia con un trocito de papel”, defiende  

El papel salvó a Cristina Velasco Mora (Ourense, 39 años) hace más de una década. En concreto, la laboriosa y concienzuda tarea de crear con él pequeñas figuras. “Cuando descubrí el trabajar con el papel, estaba en un despacho de abogados de becaria, estaba pasando una época de estrés muy complicada, tenía dermatitis, estaba forzando a mi cuerpo a estar en una situación que no le gustaba. Llegar a casa, coger un trocito de papel, poner un vídeo y hacer el tutorial paso a paso hasta conseguir la figura final me permitía que durante una hora mi mente no pensara en nada más. Para mí, era como quien hace yoga o punto de cruz”, cuenta.

Más de una década después de aquel descubrimiento, esta artesana del papel tiene junto a su hermana Beatriz un estudio en A Coruña llamado Anaquiños de papelespecializado en la disciplina del paper art, y se gana la vida realizando piezas artísticas con este elemento como materia prima. Pero ya no se trata de hacer manualidades, la gallega reivindica el lado artístico de sus creaciones: “Cuando tú trabajas con cuero, con mimbre, con cerámica… una vasija es arte, una cesta puede ser arte. Cuando trabajas con papel, el límite entre manualidad y arte es súper difícil. Mi objetivo durante todos estos años ha sido conseguir que la gente al ver mis obras se pregunte ‘¿eso es papel?’, que duden para que se den cuenta de que con el papel se pueden hacer auténticas obras de arte”, reflexiona.

Y vaya si lo ha conseguido. Estos días ha colaborado creando varias piezas que forman parte de la imagen visual de la nueva edición de Madrid Craft Week, una cita que busca visibilizar la labor artesana e impulsar el talento creativo de disciplinas de todo tipo de ámbitos. La iniciativa concluye este domingo 22 de junio conThe Craft Gallery, una exposición efímera en el palacio de Santa Bárbara, cuyos balcones han sido engalanados con diferentes creaciones florales de Velasco. “Las flores las hago siempre en papel, pero, en este caso, al ser en exterior, las he hecho con goma EVA. No me quería arriesgar, en Galicia siempre tenemos un plan B para todo pero aquí me daba miedo. Ya había hecho cosas con este material antes, pero tuve que experimentar con diferentes técnicas para que no todas las flores fueran las mismas”, cuenta.

Las pajaritas de papel de Unamuno y los retos cumplidos

Cuando se adentró en este mundo allá por el año 2013, se topó con un universo de posibilidades. Tras familiarizarse con el origami —el arte de crear figuras plegando papel, originado en China y popularizado en Japón— a través de su hermana Beatriz (quien compartía sus diseños en lo que entonces aún era solo el blog Anaquiños de papel), poco a poco fue pasando de las figuritas más sencillas a complejas creaciones, tales como lámparas, grandes instalaciones florales e incluso bolsos.

Sus diseños no tardaron en llamar la atención, y gracias a la exposición lograda en redes sociales (su perfil en Instagram tiene más de 26.000 seguidores) consiguieron los primeros pedidos. Velasco dejó su trabajo para apostar por un oficio, el de artesana del papel, casi inexistente en España. “Miguel de Unamuno fue uno de los que popularizó las figuritas de papel, tiene un libro al respecto que se llama Apuntes para un tratado de cocotología. Cocotte es como se llamaba en francés a las pajaritas y es de lo poco que hay de referencia en España al tema del origami. Ahora sí que es un poco más habitual, los países nórdicos lo pusieron muy de moda, pero gente que se dedique a hacer eso y a sobrevivir hay muy pocos”, asegura.

Los inicios, cuenta la creadora, no fueron fáciles debido a la incertidumbre que le generaba abandonar su incipiente carrera como abogada y apostar por algo en las antípodas de lo que se puede considerar un trabajo estable —“la gente me decía: ‘¿Por qué no opositas? ¿Cómo te vas a dedicar a eso?”—, pero, casi sin darse cuenta, se vio aceptando un encargo tras otro.

Hasta lograr el resultado final, la artista puede llegar a invertir una jornada laboral completa solo en crear una flor: “Una de 80 centímetros de diámetro, con tallo y con pie, me puede llevar un día entero hacerla, por la mañana y por la tarde. O sea, ocho horas. Hay que cortar el material, darle forma, forrar el talle…”, detalla. En ocasiones, sin embargo, se presentan retos todavía mayores. El pasado abril recibió el encargo de realizar varias esculturas de papel para la firma de moda Simorra. Las piezas fueron colocadas en la pasarela durante un desfile de la marca en la 080 de Barcelona, como se conoce a la semana de la moda de la ciudad catalana. “Era la primera vez en mi vida que hacía algo así. Eran seis esculturas formadas por unos telares que hice yo misma con un burro y con papel de seda trenzado. Medían dos metros de alto por 1,5 metros de ancho. Fue todo una odisea, pero para mí fue uno de los trabajos más satisfactorios que he hecho. Me encantan las flores, me lo han dado todo, pero de vez en cuando hacer algo más artístico insufla aire a mi cerebro otra vez y esto me permitió esculpir con el papel”, recuerda sobre la experiencia.

Una modelo de Simorra desfilando entre las esculturas de papel creadas por Cristina Velasco Mora para la pasarela 080 de Barcelona.

Cada pieza exige un tipo de papel diferente y, a lo largo de estos años, Velasco ha aprendido a encontrar la opción idónea para cada proyecto. “Hay mucha gente que piensa que el papel es baratísimo o que trabajamos con folios, pero tiene un mundo inmenso. Cada cliente te pide una cosa, yo una vez que toco un papel sé para qué me puede servir y para qué no”, explica. Entre sus proveedores de confianza están la casa española Antalis y la histórica Fedrigoni, fundada en 1888 en Verona.

Cristina Velasco Mora con sus flores hechas de papel, esta semana en Madrid.

En los escasos ratos fuera de su estudio, Velasco imparte talleres a todo aquel interesado en el arte del papel, un público “mayoritariamente femenino, de entre unos 30 hasta 65 años”, detalla. La prueba de que las cosas marchan bien es que no busca nada demasiado diferente para su futuro y el de su empresa. Eso sí, pronto implementarán un pequeño cambio y rebautizarán la compañía con el nombre de Velasco Mora Estudio: “Es un paso de madurez, yo a los artesanos que conozco los conozco por su nombre y apellidos”. Con una producción limitada, exclusiva y única (cuando se trabaja con las manos es imposible hacer dos cosas iguales), asegura que su intención “no es crecer y contratar”, sino seguir produciendo como ha hecho hasta ahora. “Cualquier obra de arte se inicia con un trocito de papel, de escribir un artículo a cuando un arquitecto hace un boceto de un edificio. El papel es el inicio de todo”, defiende.

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