Atrapado entre las alertas de tsunami y el tifón de Shanghai

El corresponsal de EL MUNDO relata cómo la ciudad china sufre una doble amenaza, ya que está sacudida a su vez por un feroz tifón Leer El corresponsal de EL MUNDO relata cómo la ciudad china sufre una doble amenaza, ya que está sacudida a su vez por un feroz tifón Leer  

La descarga de la lluvia es ensordecedora y el viento ruge sin descanso, retorciéndose en ráfagas que sacuden las vigas de los edificios viejos, con un estruendo continuo, como si el cielo mismo estuviera desgarrándose. En la calle, el agua ya cubre hasta los tobillos. Los medios chinos explican que un tifón ha llegado a Shanghai y que miles de personas están siendo evacuadas y trasladadas a lugares seguros. En el móvil, comienzan a llegar mensajes de texto de las autoridades municipales avisando que la agencia meteorológica ha subido su nivel de alerta de tormenta. De repente, llega otra alarma aún más seria: se esperan olas de más de un metro en la costa oriental de China después de que un potente terremoto de magnitud 8,8 azotara la península rusa de Kamchatka.

La alerta de tsunami cae sobre Shanghai y su provincia colindante, Zhejiang. La amenaza es doble en la capital financiera, aunque los vecinos siguen más preocupados por no ahogarse con la llegada del tifón Co-may. El temporal no da tregua. La marea sube e invade con bravura las pasarelas costeras. Algunos vuelos se han suspendido y hay interrupciones en los servicios de tren, metro y ferry. Aun así, los dos parques de atracciones más grandes de la ciudad, Legoland y Disneyland, han permanecido abiertos inexplicablemente durante la mañana.

Más de 280.000 residentes del distrito de Pudong, al este del río Huangpu, que parte en dos la ciudad, han sido reubicados en 1.900 refugios repartidos por toda esta mega urbe donde viven 27 millones de personas. La mayoría de los evacuados son personas mayores que van a pasar la noche en polideportivos, centros comerciales o gimnasios reconvertidos en improvisados campamentos.

Al final, el miércoles, a la empapada Shanghai no llegó ningún tsunami. Tampoco lo hizo un político español que tenía una cita económica importante en esta ciudad. Al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, quien lleva ya seis días de intensa gira institucional por el gigante asiático, lo esperaban por la tarde en Shanghai, donde el jueves iba a visitar el mega puerto de la ciudad, el más grande del mundo. Pero Illa y la amplia delegación que lo acompaña se quedaron atrapados en una ciudad llamada Wuhu. Allí, el socialista estuvo visitando la sede del fabricante chino de automóviles Chery para anunciar que esta empresa estatal, además del mega proyecto de producción que está montando en la antigua planta de Nissan en Barcelona, también abrirá un centro de investigación y desarrollo en Cataluña.

Illa se quedó por la noche en Wuhu porque el tifón obligó a cancelar varios trenes hacia Shanghai, donde muchos influencers se entretenían colgando vídeos bajo la tormenta mientras explicaban que había llegado el «fin del mundo» con el terremoto, el tsunami y el tifón. Estos personajes daban consejos sobre el imprescindible acopio de productos básicos (sobre todo tipo de marcas de fideos instantáneos) que hay que hacer ante una situación de «extrema supervivencia».

Vídeos más serios grabaron los japoneses que se refugiaron en las azoteas de las zonas costeras en Hokkaido, una isla famosa por sus volcanes, parques naturales y alertas de terremotos y tsunamis que llegan al móvil. A Hokkaido, que está dentro del conocido como Anillo de Fuego, el lugar con mayor actividad sísmica del mundo, llegaron las primeras aletas tras el terremoto en Kamchatka. Pero los templados japoneses tienen bien estudiado el manual ante la llegada de un tsunami. Muchos vecinos y trabajadores de fábricas evacuaron rápido y ordenadamente hacia las azoteas de los edificios o a una enorme colina con vistas al océano.

«Estamos preparados para una estancia prolongada. Ya recibimos aquí a más de 1.000 personas durante el devastador tsunami de marzo de 2011», explicaba el abad de un templo budista ubicado en una montaña con vistas a Kamaishi, en la prefectura de Iwate. Menos acostumbrados a estos sustos están los residentes y turistas de Hawai, donde las alertas para que buscaran terrenos elevados por la llegada de grandes olas provocó caóticas escenas en las carreteras.

Un muro de rocas colapsa en Krai de Kamchatka debido al terremoto en RusiaEL MUNDO (Vídeo)

Aun así, al igual que en Japón y en otros rincones del Pacífico, los sistemas de alertas tempranas funcionaron y fueron clave para ejecutar con inmediatez las evacuaciones. En Honolulu, la capital de Hawái, muchos turistas fueron trasladados desde las playas hasta el famoso mirador Tantalus, un remanente de un volcán inactivo que ahora ofrece vistas panorámicas de la isla y que fue un idílico punto de escapada bajo la alerta de tsunami.

Rusia, Japón, China, Estados Unidos, Filipinas, Indonesia, Taiwan, Chile, Perú, Ecuador, México, Panamá, Guam, Pau, Tonga… Son muchos los países que emitieron alertas y órdenes de evacuación después del terremoto más potente en más de una década provocara enormes ondas que se extendieron gradualmente por el océano.

Ha sido una catástrofe que ha viajado hacia atrás en el tiempo, al menos en el sentido básico del calendario. El seísmo golpeó una zona remota del extremo oriental de Rusia, pero el impacto del tsunami que provocó lo sufrieron millones de personas en todo el Pacífico. El primer gran temblor sacudió Kamchatka a las 11.24 hora local del miércoles. Cuando las primeas olas alcanzaron Hawai, varias horas más tarde de ese mismo día y después de haber cruzado la línea internacional de cambio de fecha, allí eran poco más de las 19.00 horas del martes.

Penúltimo día de julio para algunos; antepenúltimo para otros. Todos los afectados han padecido las consecuencias de uno de los mayores terremotos jamás registrados y de un tsunami que recorrió hasta 10.000 kilómetros. En la madrugada de California, cuando comenzaron a asomar las primeras grandes olas, era la hora de cenar en Severo-Kurilsk, la ciudad rusa más próxima al epicentro que quedó parcialmente sumergida tras la llegada de unas olas que llegaron a alcanzar los cinco metros.

Según fue avanzando la tarde, alrededor de 11 horas después del terremoto, la mayoría de alertas por tsunami se fueron rebajando y no se reportaron grandes daños ni víctimas a excepción de una mujer de 58 años, que murió cuando su automóvil se cayó de un acantilado durante el operativo de evacuación en una región costera de Japón.

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