Desde 2020, el empleo ‘tech’ se duplica y avanza un cambio de modelo al que aún le queda un trecho y al que los fondos no han ayudado lo suficiente Leer Desde 2020, el empleo ‘tech’ se duplica y avanza un cambio de modelo al que aún le queda un trecho y al que los fondos no han ayudado lo suficiente Leer
Los últimos cinco años han sido los de digitalización de la economía global y España no ha sido una excepción. Aunque el Ibex aún no cuenta con una gran tecnológica, el país se ha convertido en destino de grandes inversiones digitales de todo tipo: desde los macrocentros de datos de Amazon y Microsoft a grandes hubs de servicios digitales. Un crecimiento apoyado por un Plan de Recuperación que destina un 30% de sus inversiones a digitalizar el país y que debía servir como catapulta para propulsarlo a un cambio total de modelo productivo del que se está a medio camino.
Aunque la escasez y el retraso de los datos públicos sobre el sector dificultan poner negro sobre blanco su impacto sobrela economía, el balance tiende a lo positivo entre los expertos consultados por EL MUNDO. Para hacerse una imagen, hay que acudir a informes privados como el de BCG y Adigital que miden el porcentaje del PIB que supone la economía digital en el país. En 2020, esta pesaba un 22%, frente al 26% de 2024, cuatro puntos más de PIB para un impacto total de 414.000 millones en la economía.
Otro dato refuerza esta orientación. De acuerdo a la Fundación Cotec, los empleos tecnológicos se quedaron al borde de los 500.000 en España en 2024 y casi la mitad de ellos (240.000) aparecieron después de la pandemia, un dato que, eso sí, contabiliza como tecnológicas muchas ocupaciones industriales y que sigue dejando a España por debajo de la media de la UE. El sector representa el 7,7% de los empleos, frente al 9,8% de la media de los 27 estados miembros. En una línea similar, la exportación de servicios no turísticos se ha duplicado en la última década y supone el 2,5% del PIB. España también saca sobresaliente en conectividad y, sin embargo, hay elementos como el crecimiento de salarios que no terminan de acompañar este boom digital. «Hay más digitalización en varias dimensiones como el uso de las plataformas digitales, la computación en la nube y la conectividad, pero la parte no positiva es que esto no se ha trasladado de manera evidente a la productividad o a la creación de nuevas formas de abordar el trabajo», remarca Raymond Torres, Director de Coyuntura Económica de Funcas.
Sin embargo, cuando se hace balance con el sector tecnológico, es inevitable que el balance de estos cinco años tenga varios grises. Por un lado, el Gobierno ha conseguido cosas que se creían complicadas, por no decir casi imposibles, como llegar a 600.000 pymes con más de 2.700 millones adjudicados con el Kit Digital. Un éxito de alcance pese a algunos problemas burocráticos, pero que no hace olvidar el fallido intento de atraer dos fábricas de chips o, señalan en el sector, la falta de algunos programas estratégicos que apuntaran a impulsar empresas tecnológicas locales.
«Lo que han hecho los fondos es acelerar esta transformación digital en cinco o diez años», apunta Gerard Brinquis, director de Operaciones de Fi Group, que remarca que la figura de los Pertes ha jugado un rol importante también a la hora de atraer inversiones de multinacionales como AstraZeneca en Barcelona y Vodafone en Málaga. «Ha habido un salto cualitativo y cuantitativo importante porque había oferta y demanda de fondos», apostilla Francisco Hortigüela, presidente de Ametic. En ambos casos se lamenta la lentitud de la ejecución de los fondos, que ha limitado su impacto.
El senior advisor de Llyc, Francesc García Donet, apunta a que uno de los problemas ha sido la dispersión de los fondos en muchos programas: «24.000 millones son muchísimo dinero, pero las actuaciones adolecen de un problema general y es su atomización. Más que concentrar los fondos se dividen en multitud de programas. El dinero ha llegado a las pymes por ejemplo, pero queda por ver hasta qué punto ha servido estratégicamente», se cuestiona el directivo sobre una cuestión que está íntimamente ligada a las normas sobre ayudas de estado y los límites que ha puesto Bruselas a conceder grandes subvenciones a empresas. Una doctrina en duda por los informes de Letta y Draghi.
Esta mirada comunitaria ha lastrado por ejemplo la posibilidad de atraer fábricas de chips, ya que el Gobierno solo podía conceder préstamos. «Interesa mucho menos, es un sector que tiene un componente más alto de riesgo», apunta el directivo de Fi Group, que cree que aún se puede esperar acción para este Perte atraiga nuevas inversiones a través de la SETT. «Ningún país ha conseguido destinar esos fondos a grandes proyectos transversales», se lamenta García Donet. Entre los elementos que han lastrado a las empresas Ametic, patronal del sector, apunta claramente a la complejidad burocrática de la mayoría de procesos. «La simplificación de la gestión de estos fondos europeos es fundamental. Europa se ha dado cuenta y, de hecho, la Brújula de la Competitidad de lo que habla es de seguir invirtiendo en la innovación y simplificar todos los procesos», remarca Hortigüela, que también lamenta que las empresas medianas han quedado fuera de la ecuación.
Entre los deberes pendientes a futuro se encuentra principalmente la capacidad de sostener la inversión pública una vez terminen los fondos, así como el uso de la IA en las empresas, ya que solo se ha alcanzado el 14% del objetivo marcado por Bruselas.
Además, desde Ametic, se reclaman otros dos cambios fundamentales: la conocida como compra pública innovadora y una mayor digitalización de las administraciones. «El sector público tiene que dar ejemplo y debe evolucionar más. Debe ayudar a las empresas que están innovando», asegura el presidente de la patronal digital que defiende que para ello el precio tiene que importar menos en las licitaciones. «Hablar de innovación y comprar por precio son cosas incompatibles. Una empresa que invierte en innovación tiene costes más altos lógicamente al inicio», destaca el directivo, que reconoce que la Administración digital ha avanzado, pero aún tiene camino por delante.
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