¿De dónde surge el término ‘Macho Alfa’?

El término ‘macho alfa’ surgió en la segunda mitad del siglo XX como una forma de nombrar al supuesto líder dominante de un grupo, inspirado en estudios con lobos en cautiverio.

El etólogo Rudolf Schenkel lo usó en 1947 y más tarde el biólogo David Mech lo difundió en la década de los años 70. Sin embargo, cuando Mech investigó manadas en libertad descubrió que esas jerarquías rígidas no existían: los grupos eran más bien familias lideradas por la pareja reproductora, lo que desmontaba la imagen del lobo que asciende a golpes hasta la cima.

Pese a esa corrección, el concepto ya había calado en la cultura popular y se trasladó a los humanos como sinónimo de hombre fuerte, exitoso o dominante. Revistas de autoayuda, películas, series y hasta discursos motivacionales han explotado durante décadas esa figura del varón que se impone al resto, aunque en realidad no tenga base científica.

Hoy el término se ha popularizado y suele aparecer desde el feminismo como un guiño crítico para señalar actitudes de ‘machitos’ que presumen de virilidad, autoridad o conquistas. Más que un elogio, término ‘macho alfa’, se ha convertido en un modo de evidenciar comportamientos arrogantes que perpetúan estereotipos.

 El término ‘macho alfa’ surgió en la segunda mitad del siglo XX como una forma de nombrar al supuesto líder dominante de un grupo, inspirado en estudios con lobos en cautiverio.  

¿De dónde surge el término ‘Macho Alfa’?
¿De dónde surge el término ‘Macho Alfa’?(Imagen creada con DALL-E)

Se ha popularizado como un guiño crítico para señalar actitudes de aquellos hombres que presumen de virilidad, autoridad o conquistas.

El término ‘macho alfa’ surgió en la segunda mitad del siglo XX como una forma de nombrar al supuesto líder dominante de un grupo, inspirado en estudios con lobos en cautiverio. 

El etólogo Rudolf Schenkel lo usó en 1947 y más tarde el biólogo David Mech lo difundió en la década de los años 70. Sin embargo, cuando Mech investigó manadas en libertad descubrió que esas jerarquías rígidas no existían: los grupos eran más bien familias lideradas por la pareja reproductora, lo que desmontaba la imagen del lobo que asciende a golpes hasta la cima.

Pese a esa corrección, el concepto ya había calado en la cultura popular y se trasladó a los humanos como sinónimo de hombre fuerte, exitoso o dominante. Revistas de autoayuda, películas, series y hasta discursos motivacionales han explotado durante décadas esa figura del varón que se impone al resto, aunque en realidad no tenga base científica.

Hoy el término se ha popularizado y suele aparecer desde el feminismo como un guiño crítico para señalar actitudes de ‘machitos’ que presumen de virilidad, autoridad o conquistas. Más que un elogio, término ‘macho alfa’, se ha convertido en un modo de evidenciar comportamientos arrogantes que perpetúan estereotipos.

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