El bombardeo de Fordow, una operación sin precedentes para dos de las armas más destructivas que existen, el B-2 y la MOP

El B-2 es el aeronave indetectable que Washington ha usado para lanzar, por primera vez en combate, la bomba diseñada para penetrar el búnker nuclear más protegido de Irán Leer El B-2 es el aeronave indetectable que Washington ha usado para lanzar, por primera vez en combate, la bomba diseñada para penetrar el búnker nuclear más protegido de Irán Leer  

Una de las cosas que no salen en Top Gun (ni en la primera ni en la segunda) son los pañales de Tom Cruise. Porque ni en un F-14 (la Top Gun original) ni en un F-18 (la de 2022) el pobre Maverick tiene manera de aliviarse el vientre. Los F-22 y los F-35 serán invisibles al radar, pero sus pilotos no lo son a las leyes de la Madre Naturaleza. Así que, si el vuelo dura mucho, deben volver a la fase anal freudiana y usar el pañal. En los cielos, no hay gasolineras para hacer una parada técnica.

Para operaciones más cortas, basta una «bolsa para mear» (piddle pack). Pero pueden ser peligrosas. En 1991, un piloto estadounidense estrelló su F-16 por no programar bien el piloto automático cuando estaba meando. Más trágico fue, 11 años después, el caso de un cazatanques A-10, cuyo piloto se mató porque no se había vuelto a atar bien el arnés del paracaídas después de aflojarlo para usar la bolsa. El avión tuvo un problema técnico; el piloto usó su asiento eyectable para saltar, pero el paracaídas se fue por un lado y él por otro. Por si estas tragedias fueran poco, la llegada de las mujeres piloto ha complicado todavía más mear en las alturas, porque a ellas no les sirve simplemente apuntar a una bolsa.

Los productores de Top Gun podrían haber evitado esa distorsión de la realidad poniendo a Cruise en un B-2, que no sólo es el único aparato capaz de destruir la planta de centrifugadoras de Fordow, en Irán, sino que, junto con el B-1, es el único avión de ataque de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos con cuarto de baño. Para más lujo, el B-2 también tiene una pequeña cama plegable. Y una capacidad destructora suficiente como para que todos tengamos que ir al baño.

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Las tripulaciones de los B-2 que bombardearon esta madrugada Fordow tuvieron, con toda certeza, que usar el baño en su misión. La distancia de la base de Whiteman, en Misuri -donde están destinados- hasta la instalación nuclear iraní es de unos 11.000 kilómetros, el doble de la que separa Galicia de Nueva York. Por ahora, no se sabe si los seis B-2 regresaron a Whiteman o hicieron escala enla base británica de Diego García, en el archipiélago de Chagos, en el Índico.

Hay precedentes de misiones así. En 2001, un B-2 llamado Spirit of Missouri voló desde la base de Whiteman hasta Afganistán, soltó sus bombas y, desde allí, se dirigió hasta Diego García . Fueron 44 horas y 18 minutos de vuelo. En Diego García repostó, fue sometido a un rápido chequeo y remontó el vuelo rumbo a Estados Unidos. En total, la misión duró 70 horas.

El Spirit of Missouri es precisamente el primer B-2 que fue construido. Entró en servicio el 1 de enero de 1997. Su precio, como el de sus 19 gemelos (uno de ellos, destruido en un accidente en Guam en 2008), es de 2.200 millones de dólares (1.900 millones de euros). Cuando el Spirit of Missouri entró en servicio, valía más de dos veces y media su peso en oro. Sus 71 toneladas (sin combustible y armas), habrían costado sólo 840 millones de dólares si hubiera sido de oro macizo. Ahora, con esta misión, el récord de la de 2001 podría haber sido roto.

El bombardeo de Fordow tiene, además, un elemento un poco de película, pero más de espías que de guerra. Estados Unidos engañó a Irán enviando otro grupo de entre seis y ocho B-2 en dirección a la base estadounidense de Andersen, en Guam, mientras los seis que llevaron a cabo el bombardeo volaron sobre el Atlántico, el Mediterráneo y Oriente Próximo. Guam es, junto con Diego García, la única base fuera del territorio continental de Estados Unidos con hangares para esos aviones, que son tan complejos que precisan condiciones concretas de humedad y temperatura. Guam está en las Marianas, que fueron colonia española hasta que Washington las conquistó en la guerra de 1998. La otra es Diego García -en otra ex colonia, en este caso británica y, a partir de este año, de Mauricio-, que tiene hay cuatro. Andersen sólo tiene uno.

Hacer una escala a la vuelta en Diego García (que toma su nombre de un navegante onubense del siglo XVI) tendría sentido, porque la isla está a 5.200 kilómetros de Fordow. Whiteman está al doble.

Los B-2 son las únicas aeronaves que pueden llevar el arma que podría dañar o destruir Fordow: la bomba GBU-57, también conocida como MOP (las siglas en inglés de Munición Masiva Penetradora). Al igual que el B-2, la MOP no parece de este mundo. Pesa unos 13.600 kilos y nunca ha sido empleada en combate hasta ahora. Fabricada por Boeing, entró en servicio en 2012. Estados Unidos no ha difundido cuántas tiene desde 2015, cuando declaró tener 20 unidades, aunque sí se sabe que el Gobierno de Joe Biden decidió hace dos años aumentar la producción. Su coste por unidad, de 20 millones de dólares (17,5 millones de euros), es casi la mitad que el de un cazabombardero europeo Eurofighter.

Por su complejidad y ausencia de precedentes, el bombardeo de Fordow tiene ecos del de Hiroshima. No sólo se trataba de emplear una bomba que jamás había sido usada en combate, sino también de atacar un objetivo que nunca antes había sido blanco de una acción militar.

Cada B-2 lleva un máximo de dos MOP. Aparentemente, el bombardeo fue realizado por seis aviones, que lanzaron 12 bombas. Esa debería ser, en principio, una cantidad más que suficiente para dañar o inutilizar Fordow. Según las informaciones disponibles, todos los aviones lanzaron la totalidad de sus cargas. Probablemente Estados Unidos usó más MOP de las estrictamente necesarias para garantizar la inutilización del complejo.

No sólo participaron B-2. Los bombardeos pueden volar a plena carga -que es lo que les viene a suponer llevar dos MOP- al menos 11.000 kilómetros sin repostar, así que tuvieron querecargar varias veces depósitos en vuelo con la ayuda de aviones-cisterna. En la última fase del ataque participaron aviones de guerra electrónica para distorsionar las defensas antiaéreas de Irán y destruir sus radares. Es casi seguro que hubo, además, una escolta de cazas. Según el Pentágono, en la misión participaron un total de 125 aviones.

Al contrario que algunas bombas que están hechas para planear hasta distancias de 70 u 80 kilómetros, la MOP es de gravedad. En otras palabras: cae a plomo. Eso obligó a los aviones a posicionarse exactamente encima de la planta de Fordow para lanzarlas. El blanco en este tipo de ataques suelen ser los conductos de ventilación o cualquier tipo de apertura que facilite la entrada del explosivo en la instalación.

Fordow no es un blanco fácil. Está a unos 70 metros de profundidad y es un búnker reforzado con hormigón, dentro de una montaña. Las imágenes de satélite de la empresa estadounidense Maxar revelan que Israel lo bombardeó en los primeros días de guerra, pero sólo causó daños en los edificios. El interior parecía intacto. Un detalle curioso es que los iraníes se habían apresurado a tapar con tierra los cráteres de las bombas. Fotos tomadas tras el bombardeo muestran los agujeros de las GBU-57, con signos evidentes de incendios y explosiones subterráneo.

Quedan más incógnitas. Una es si los iraníes tratarán -si es que tienen la capacidad- de sacar material nuclear de la planta. Las Fuerzas Especiales de Estados Unidos llevan desde el colapso de la Unión Soviética preparándose para esa eventualidad, por lo que es posible que hayan sido infiltradas antes sobre el terreno. Dada la doctrina estadounidense de no dejar soldados atrás y rescatar a los que caen prisioneros, es probable que también hubiera en Irán equipos especializados en esas tareas por si algún avión fuera abatido (lo que no ha sido el caso).

Todo eso añade complejidad a una operación cuyas posibilidades de éxito dividen a los expertos. La destrucción o inutilización de Fordow puede ser el broche de oro de la carrera del B-2, que empezará a ser reemplazado por el nuevo B-21 en dos años.

El bombardero nunca ha tenido la popularidad de los cazabombarderos de las películas, en parte porque estos últimos son más vistosos, pero también porque el B-2 es demasiado secreto como para que el Pentágono permita que hagan películas con él. A pesar de eso, ha hecho cosas con las que no pueden soñar los cazabombarderos. Y, encima, tiene cuarto de baño.

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