Entramos al especial de Halloween de ‘First Dates’: así se convierte el restaurante del amor en el restaurante del terror

El ejercicio del periodismo televisivo ha llevado en varias ocasiones al que escribe a First Dates, ese programa de citas de Cuatro cuyo plató es conocido como el Restaurante del Amor y que lleva desde 2016 celebrando citas a ciegas, convirtiéndose en un baluarte para la cadena y todo un referente en la visibilización de todo tipo de personas y formas de ser y de amar. Con un 7,2% de cuota y 853.000 espectadores de media cada noche esta temporada, parece ajeno al desgaste.

Habitualmente es un lugar acogedor, romántico, agradable… Pero Halloween ha llegado como un velo negro, transformándolo en el Restaurante del Terror. Y es que First Dates celebra este jueves y viernes dos especiales (21.50 horas) ambientados en esta fiesta de glamour mortuorio. Nos colamos en la grabación del especial más divertido y terrorífico de First Dates.

La primera diferencia con un programa normal es que se graba una entradilla especial. Para esta ocasión la idea es la de un restaurante victoriano en la que los clientes son el plato principal de los camareros. Entramos al plató y nos encontramos con las gemelas, Cristina y Marisa Zapata, convertidas en una suerte de novias diabólicas, a Matías como un marinero moribundo, a la nueva incorporación, Lidia Santos, como una vampiresa y a Carlos Sobera como un Drácula guasón. «¿Diferencias con un día normal? ¿No ves cómo voy vestido?», nos dice el presentador cuando le preguntamos.

Él nos da la clave de lo bien que casan amor y miedo: «No existe amor sin miedo, son dos cosas indisolublemente unidas. ¿Quién no ha tenido miedo a perder al amor de su vida?».

La cosa de la carátula especial es así: el restaurante tiene un montón de comensales caracterizados de época (son en realidad los miembros del equipo del programa, que suelen hacer cameos en estas ocasiones especiales). En un momento dado, suena una música dramática muy alta y los camareros del programa se ponen a zamparse a los comensales. Gritos, muchos gritos. Menos mal que no hay vecinos o la Policía se planta aquí en 10 segundos.

Hay que repetir. «Todo el mundo en posición, por favor, que viene la muerte», dice un regidor. Se repite la escena al más puro estilo Abierto hasta el amanecer. Solo que aquí en lugar de Salma Hayek a medio vestir con una culebra encima tenemos a Carlos Sobera aplaudiendo con unas uñas que ya las quisiera Rosalía y unos sobresalientes colmillos.

El restaurante tiene hoy menos flores y corazones y muchas fotos inquietantes en blanco y negro, telarañas, telones color sangre, rosas negras, calaveras, cuervos… es como el salón de Iker Jiménez, pero chic. Si el más allá es de alguna manera, que sea como este. Porque el Halloween de First Dates no deja de ser lo que siempre es: una manera de buscar el amor.

Para acabar de infiltrarnos seremos comensales hoy. No tendremos una cita al uso, pero me sentaré en una de las mesas que salen de fondo en todos los capítulos, habitualmente ocupadas por figurantes. Un jovenzuelo de la productora del programa será el elegido por cupido para acompañarme. Pobre de él, a veces el trabajo es duro.

En el restaurante de First Dates todas las cámaras son robotizadas, pequeñas y están semiocultas con la decoración, para que los participantes se olviden de que están ahí. La idea es que de verdad sientan que están en un restaurante y no siendo observados.

Por eso, ningún miembro del equipo entra al restaurante durante una grabación, ni cámaras, ni técnicos, ni maquillaje. Solo las camareras, Matías o Carlos Sobera. En un momento dado, de hecho, Matías, disimuladamente, recoloca ligeramente una cámara, siguiendo instrucciones de arriba.

En First Dates se han celebrado en torno a 10.500 citas. Los miembros del equipo del programa se implican al máximo en que de verdad los solteros y solteras tengan suerte y encuentren al amor de su vida. Aproximadamente el 60% de las parejas deciden tener una segunda cita. Más de una decena de ellas se han llegado a casar y hasta 10 bebés han nacido gracias a First Dates.

El equipo, nos cuentan por los pasillos, suele elucubrar sobre si la cita saldrá bien o no y tantos años después, son capaces de predecirlo, con un alto porcentaje de acierto, sólo con ver cómo se miran ambos participantes la primera vez.

Voy a jugar a lo mismo desde mi mesa. A un lado hay una cita de hombre y mujer, ambos mayores. Ella va vestida de diabla de arriba a abajo. Él, más serio y convencional. Bueno… se hablan, se cuentan cosas, ríen… No parece un flechazo, pero es más que probable que acaben bailando en alguna discoteca de tarde. Ambos han pedido almejas, a pesar de que la pasta es el plato más popular entre los participantes, según me dicen. Quién sabe. Las ostras son afrodisíacas, lo mismo las almejas son afrodisiaquitas.

Al otro lado, una pareja joven. Él parece más comedido, aunque viste de cuero, ella, vestido apretado a cada curva. De hecho, en un momento dado ella dice ir al baño. Pero es un truco: sale poco después micro en mano y cantando algo sexy de limitado despliegue vocal. Nos mira y sonríe a mi acompañante y a mí más que a su cita. Um, no es buena señal. Diría que estos no repiten. ¿Acerté? Lo veré esta noche.

Ninguno de ellos es un actor, por si se lo están preguntando. Son personas reales que se apuntan al programa con la idea de encontrar pareja. El programa no interviene más allá, aunque si la cita es sosa, o no hablan mucho, o están nerviosos, como se ve en los capítulos, se les ofrecen dinámicas o juegos que le den algo de chispa.

Trabajo especial para una noche especial

Una de las cosas que más cambia en un especial de Halloween es que el staff del restaurante va caracterizado. El equipo de maquillaje a menudo tiene mucho trabajo, pero en esta ocasión se echan el doble de horas. Hay una primera prueba, se maquilla con los diseños pensados para Halloween y luego se prueba a ver cómo queda en cámara. Eso sí, como First Dates se emite en horario protegido, no puede ser nada excesivamente gore o explícito. «Llevo todo el día poniendo colmillos», oímos bromear a alguien.

«Lo estamos pasando genial, se hace muy ameno trabajar así», nos cuenta Lidia Santos, que ha llegado hace poco al restaurante. «Un día de especial es eterno, pero interesante y nutritivo», describe Matías estos dos capítulos especiales. «Nos recreamos en el papel y nos saca de la rutina», añade.

Marisa y Cristina hacen ver que veremos «mucha sangre, mucho colmillo y mucho desfase». A ellas «les encanta hacer especiales», porque «es algo teatralizado». Ellas han pasado por una prueba de vestuario y maquillaje les diseña el modelo. «Son geniales, lo hacen fenomenal», dicen de sus compañeras de estilismo.

 Entramos al especial de Halloween de ‘First Dates’: así se convierte el restaurante del amor en el restaurante del terror  

El ejercicio del periodismo televisivo ha llevado en varias ocasiones al que escribe a First Dates, ese programa de citas de Cuatro cuyo plató es conocido como el Restaurante del Amor y que lleva desde 2016 celebrando citas a ciegas, convirtiéndose en un baluarte para la cadena y todo un referente en la visibilización de todo tipo de personas y formas de ser y de amar. Con un 7,2% de cuota y 853.000 espectadores de media cada noche esta temporada, parece ajeno al desgaste.

Habitualmente es un lugar acogedor, romántico, agradable… Pero Halloween ha llegado como un velo negro, transformándolo en el Restaurante del Terror. Y es que First Dates celebra este jueves y viernes dos especiales (21.50 horas) ambientados en esta fiesta de glamour mortuorio. Nos colamos en la grabación del especial más divertido y terrorífico de First Dates.

La primera diferencia con un programa normal es que se graba una entradilla especial. Para esta ocasión la idea es la de un restaurante victoriano en la que los clientes son el plato principal de los camareros. Entramos al plató y nos encontramos con las gemelas, Cristina y Marisa Zapata, convertidas en una suerte de novias diabólicas, a Matías como un marinero moribundo, a la nueva incorporación, Lidia Santos, como una vampiresa y a Carlos Sobera como un Drácula guasón. «¿Diferencias con un día normal? ¿No ves cómo voy vestido?», nos dice el presentador cuando le preguntamos. 

Él nos da la clave de lo bien que casan amor y miedo: «No existe amor sin miedo, son dos cosas indisolublemente unidas. ¿Quién no ha tenido miedo a perder al amor de su vida?». 

La cosa de la carátula especial es así: el restaurante tiene un montón de comensales caracterizados de época (son en realidad los miembros del equipo del programa, que suelen hacer cameos en estas ocasiones especiales). En un momento dado, suena una música dramática muy alta y los camareros del programa se ponen a zamparse a los comensales. Gritos, muchos gritos. Menos mal que no hay vecinos o la Policía se planta aquí en 10 segundos.

Hay que repetir. «Todo el mundo en posición, por favor, que viene la muerte», dice un regidor. Se repite la escena al más puro estilo Abierto hasta el amanecer. Solo que aquí en lugar de Salma Hayek a medio vestir con una culebra encima tenemos a Carlos Sobera aplaudiendo con unas uñas que ya las quisiera Rosalía y unos sobresalientes colmillos.

El restaurante tiene hoy menos flores y corazones y muchas fotos inquietantes en blanco y negro, telarañas, telones color sangre, rosas negras, calaveras, cuervos… es como el salón de Iker Jiménez, pero chic. Si el más allá es de alguna manera, que sea como este. Porque el Halloween de First Dates no deja de ser lo que siempre es: una manera de buscar el amor.

Para acabar de infiltrarnos seremos comensales hoy. No tendremos una cita al uso, pero me sentaré en una de las mesas que salen de fondo en todos los capítulos, habitualmente ocupadas por figurantes. Un jovenzuelo de la productora del programa será el elegido por cupido para acompañarme. Pobre de él, a veces el trabajo es duro.

En el restaurante de First Dates todas las cámaras son robotizadas, pequeñas y están semiocultas con la decoración, para que los participantes se olviden de que están ahí. La idea es que de verdad sientan que están en un restaurante y no siendo observados.

 Por eso, ningún miembro del equipo entra al restaurante durante una grabación, ni cámaras, ni técnicos, ni maquillaje. Solo las camareras, Matías o Carlos Sobera. En un momento dado, de hecho, Matías, disimuladamente, recoloca ligeramente una cámara, siguiendo instrucciones de arriba.

En First Dates se han celebrado en torno a 10.500 citas. Los miembros del equipo del programa se implican al máximo en que de verdad los solteros y solteras tengan suerte y encuentren al amor de su vida. Aproximadamente el 60% de las parejas deciden tener una segunda cita. Más de una decena de ellas se han llegado a casar y hasta 10 bebés han nacido gracias a First Dates.

El equipo, nos cuentan por los pasillos, suele elucubrar sobre si la cita saldrá bien o no y tantos años después, son capaces de predecirlo, con un alto porcentaje de acierto, sólo con ver cómo se miran ambos participantes la primera vez.

Voy a jugar a lo mismo desde mi mesa. A un lado hay una cita de hombre y mujer, ambos mayores. Ella va vestida de diabla de arriba a abajo. Él, más serio y convencional. Bueno… se hablan, se cuentan cosas, ríen… No parece un flechazo, pero es más que probable que acaben bailando en alguna discoteca de tarde. Ambos han pedido almejas, a pesar de que la pasta es el plato más popular entre los participantes, según me dicen. Quién sabe. Las ostras son afrodisíacas, lo mismo las almejas son afrodisiaquitas.

Al otro lado, una pareja joven. Él parece más comedido, aunque viste de cuero, ella, vestido apretado a cada curva. De hecho, en un momento dado ella dice ir al baño. Pero es un truco: sale poco después micro en mano y cantando algo sexy de limitado despliegue vocal. Nos mira y sonríe a mi acompañante y a mí más que a su cita. Um, no es buena señal. Diría que estos no repiten. ¿Acerté? Lo veré esta noche.

Ninguno de ellos es un actor, por si se lo están preguntando. Son personas reales que se apuntan al programa con la idea de encontrar pareja. El programa no interviene más allá, aunque si la cita es sosa, o no hablan mucho, o están nerviosos, como se ve en los capítulos, se les ofrecen dinámicas o juegos que le den algo de chispa.

Una de las cosas que más cambia en un especial de Halloween es que el staff del restaurante va caracterizado. El equipo de maquillaje a menudo tiene mucho trabajo, pero en esta ocasión se echan el doble de horas. Hay una primera prueba, se maquilla con los diseños pensados para Halloween y luego se prueba a ver cómo queda en cámara. Eso sí, como First Dates se emite en horario protegido, no puede ser nada excesivamente gore o explícito. «Llevo todo el día poniendo colmillos», oímos bromear a alguien.

«Lo estamos pasando genial, se hace muy ameno trabajar así», nos cuenta Lidia Santos, que ha llegado hace poco al restaurante. «Un día de especial es eterno, pero interesante y nutritivo», describe Matías estos dos capítulos especiales. «Nos recreamos en el papel y nos saca de la rutina», añade. 

Marisa y Cristina hacen ver que veremos «mucha sangre, mucho colmillo y mucho desfase». A ellas «les encanta hacer especiales», porque «es algo teatralizado». Ellas han pasado por una prueba de vestuario y maquillaje les diseña el modelo. «Son geniales, lo hacen fenomenal», dicen de sus compañeras de estilismo. 

 20MINUTOS.ES – Televisión

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