Sí, hay algo de verdad, pero no tanto como lo que se lee en memes que circulan por internet o en titulares sensacionalistas. Afirmar que ‘llueven diamantes’ en Júpiter o Saturno es una idea teórica basada en modelos, pero no una observación directa confirmada.
La teoría parte de lo que sabemos sobre la atmósfera de estos gigantes gaseosos. Tienen metano, tormentas eléctricas, enormes presiones y temperaturas crecientes a medida que te adentras hacia el interior. Se plantea que los rayos pueden romper moléculas de metano, liberando carbono que primero se forma en hollín o partículas similares; luego esas partículas podrían compactarse a grafito y, más abajo, con más presión, transformarse en diamante.
Pero hay matices críticos. Algunos científicos dudan de que la cantidad de hollín generado sea suficiente o de que las condiciones permitan que esas partículas sobrevivan el recorrido hacia capas más profundas sin ser disueltas o transformadas por otros procesos. También se piensa que, si los diamantes realmente llegaran a formarse, estos podrían ‘derretirse’ por el calor extremo cerca del núcleo.
Fuentes de consulta y más información: NASA / Snopes
Modelos y experimentos sugieren posibles lluvias de diamantes en Saturno o Júpiter, pero falta evidencia directa y concluyente.

Modelos y experimentos sugieren posibles lluvias de diamantes en Saturno o Júpiter, pero falta evidencia directa y concluyente.
Sí, hay algo de verdad, pero no tanto como lo que se lee en memes que circulan por internet o en titulares sensacionalistas. Afirmar que ‘llueven diamantes’ en Júpiter o Saturno es una idea teórica basada en modelos, pero no una observación directa confirmada.
La teoría parte de lo que sabemos sobre la atmósfera de estos gigantes gaseosos. Tienen metano, tormentas eléctricas, enormes presiones y temperaturas crecientes a medida que te adentras hacia el interior. Se plantea que los rayos pueden romper moléculas de metano, liberando carbono que primero se forma en hollín o partículas similares; luego esas partículas podrían compactarse a grafito y, más abajo, con más presión, transformarse en diamante.
Pero hay matices críticos. Algunos científicos dudan de que la cantidad de hollín generado sea suficiente o de que las condiciones permitan que esas partículas sobrevivan el recorrido hacia capas más profundas sin ser disueltas o transformadas por otros procesos. También se piensa que, si los diamantes realmente llegaran a formarse, estos podrían ‘derretirse’ por el calor extremo cerca del núcleo.
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