Jesús Calleja: "Después de ir al espacio, lo de que al morir se acaba todo ya no me lo creo"

El aventurero leonés Jesús Calleja ha hecho todo lo que una persona puede soñar y es humanamente posible hacer. Seguramente si Jesús Calleja soñara con teletransportarse acabarían inventando el teletransporte para que él pudiera hacerlo.

Después de haber ido a todos los sitios a los que se puede ir, Jesús Calleja ha decidido viajar de nuevo al corazón de las personas con Volando voy, volando vengo, un nuevo programa en el prime time de Telecinco (jueves, a las 23 h).

En este nuevo formato y con un nuevo y más amplio helicóptero, Calleja sigue visitando y dando voz a pequeños pueblos y sus habitantes, y esta vez, acometiendo reformas y obras que mejoren sus vidas.

En la próxima entrega…

Calleja y su equipo se trasladan a la localidad burgalesa de Huerta de Arriba, en la Sierra de la Demanda, con la misión de reacondicionar la vivienda semiderruida de Félix y Martín, dos hermanos de avanzada edad y escasos recursos que apostaron por su pueblo y se arraigaron en su tierra pese a la dureza de la comarca.

Félix, que es más extrovertido, cocina y se encarga de limpiar y mantener como puede el orden en la casa. Martín se dedica a cuidar a sus vacas y, según su hermano, a manchar y desordenar. Ambos son muy especiales para los habitantes del pueblo: siempre piensan en los demás, ayudan a sus vecinos y mantienen vivas algunas de las tradiciones más importantes de la comarca.

Gracias al programa, multitud de vecinos y voluntarios de la zona se implican con el equipo de John Te Lo Busca para llevar a cabo una profunda transformación de la vivienda.

En el proceso, Calleja conoce a gente singular como Ángel ‘El Capitán’, un socarrón conservacionista de los bosques que se enamoró de la vida natural gracias a Félix Rodríguez de la Fuente; Domingo, un simpático cura que trabajó en la mítica película El bueno, el feo y el malo, grabada en la zona; o María Monserrat, una divertida anciana junto a la que Calleja juega delirante partida de Escape Room rural.

 El aventurero leonés Jesús Calleja ha hecho todo lo que una persona puede soñar y es humanamente posible hacer. Seguramente si Jesús Calleja soñara con…  

El aventurero leonés Jesús Calleja ha hecho todo lo que una persona puede soñar y es humanamente posible hacer. Seguramente si Jesús Calleja soñara con teletransportarse acabarían inventando el teletransporte para que él pudiera hacerlo. 

Después de haber ido a todos los sitios a los que se puede ir, Jesús Calleja ha decidido viajar de nuevo al corazón de las personas con Volando voy, volando vengo, un nuevo programa en el prime time de Telecinco (jueves, a las 23 h).

En este nuevo formato y con un nuevo y más amplio helicóptero, Calleja sigue visitando y dando voz a pequeños pueblos y sus habitantes, y esta vez, acometiendo reformas y obras que mejoren sus vidas.

Volando voy ya era muy emotivo, con Volando voy, volando vengo han dado un paso más…Es un programa nuevo, porque cambia el concepto, las misiones que son la clave de todo, son muy ambiciosas. Tan ambiciosas que os vais a preguntar cómo hemos podido hacer eso en ese plazo de tiempo, como cambiar medio pueblo, hacer una casa entera… hay misiones bestiales. Antes Volando voy trataba de dar visibilidad a los pueblos y ahora seguimos dando visibilidad, pero vamos a encontrarnos los problemas y los vamos a solucionar. Ya no queremos mirar a un lado. Contamos con muchos más voluntarios, gente que se suma.

Y cuenta con un helicóptero nuevo…Yo lo considero una herramienta que cambia mucho las cosas. Aquí puedo hacer cinco entrevistas, cabemos seis a la vez y tenemos 12 cámaras dentro del helicóptero. Cuando yo charlo con alguien y hay cámaras que se ven y hay sonidistas y hay un realizador y un director y se agrupa gente alrededor, es más encorsetado. Cuando lo haces aquí en el aire, y es la primera vez que vuelas en tu vida y viendo tu pueblo, con estas mini cámaras ni siquiera te enteras que están, se olvida todo y te cuentan las cosas desde la profundidad, desde la realidad.

Jesús Calleja, junto a su  Airbus AS350 B3.
Jesús Calleja, junto a su Airbus AS350 B3.
Jorge Paris

¿Cómo les recibe la gente? Porque en muchas ocasiones son, no sé si la última esperanza, pero sí alguien que pone el foco en su tragedia…Básicamente es lo que acabas de decir. Ya no te hablan de sus penalidades, te dan las gracias por estar allí. Y eso en  Sot de Chera [Valencia, una localidad arrasada por la DANA] nos emocionó mucho. Todo el pueblo nos decía ‘buenos días, gracias por estar aquí’. Era como una coletilla que les salía del alma. Lo digo y todavía me conmueve. Hacemos una tele muy a flor de piel, muy necesaria, que habla de solidaridad, que habla de la gente cuando se une, de cómo se pueden resolver las cosas. Habla de lugares que no están en el foco todos los días. Son pueblos que no pintan nada y de los que nadie habla, que no se les da relevancia. Pero son también de aquí, de este país. Y parece que la parte rural se ha olvidado por completo.

Han ayudado mucho a gente que lo necesitaba mucho, ¿cree en el karma, en que todo ese bien pueda regresarle?Nunca se hace pensando en eso, sería egoísmo. Yo voy a hacer el bien y si luego me va bien a mí, es un efecto colateral. No conozco a nadie al que no le siente bien hacer el bien. Hacer el bien por alguna razón nos estimula. Las endorfinas empiezan a producirse cuando haces el bien, nuestra química funciona así.

Muchos ya tuvimos karma solo con nacer, ¿no?Hay que darse cuenta que a lo mejor nosotros tenemos la suerte, por ejemplo, de haber nacido en Europa. ¿Qué diferencia tengo yo con un sudanés perseguido por cuestiones políticas o porque está en una guerra o por su condición sexual? Que nací en Europa. No soy más ni menos que un sudanés. Sin embargo a veces pensamos eso de ‘no es que estos vienen de África, vienen a robarme, vienen a violar’. Eso hay que borrarlo de la cabeza, porque somos humanos, somos humanidad, lo mires por donde lo mires. Cuando estás en el espacio, ves el planeta así. Ya no ves las fronteras. Ves que todos nacimos en un lugar muy hostil llamado universo y por alguna razón se dio la vida allí. Y sabemos por estadística que puede haber vida en otros lugares del universo, pero aquí de momento no conocemos otra. Por lo tanto, hay que partir de la humanidad. Si tú puedes ayudar a un semejante, el estímulo que tienes es mayor y te queda algo bueno dentro. El budismo, dice ‘acción, reacción’, acciones buenas te traerán cosas buenas. Eso es el karma.

¿Cómo se siente al cambiarle la vida a una persona con su trabajo?Pues como cualquiera cuando hace algo por alguien, cuando le ha tocado echar una mano a alguien. La solidaridad del pueblo español es lo más sólido que yo he visto nunca. Tendremos muchos defectos, pero tenemos una cantidad de virtudes que no puedes imaginar. Y a nivel humano somos muy rápidos, empatizamos mucho, nos emocionamos, tenemos afectos. Vas a otras culturas y países donde no existe eso y la gente es más individual, más aislada, más aséptica. Siento satisfacción de estar haciendo televisión, algo que es muy necesario y que además me gusta. Hemos dado un paso más gracias a que Mediaset ha creído en el proyecto y tenemos otras capacidades para cambiar vidas. Te sientes muy a gusto. Yo llego a casa y estoy esperando a mis padres para empezar a contárselo, no hablo de otra cosa. Te sientes tan lleno… Haces un curro y dejas un poso y la gente llora contigo, te abraza. Y no lo digo en mi persona, hablo de todo el equipo. Hay días que llegamos a cenar y volvemos a llorar nosotros recordando las cosas que nos han pasado durante el rodaje.

Hemos visto cosas muy, muy duras esta temporada, pero que haya también humor es marca de la casa…Yo no sé vivir sin humor. Me levanto y me acuesto sonriendo pase lo que me pase. En la vida y en cualquier cosa que yo haga de televisión si no está presente el humor, no soy yo. El humor, desengrasa, empatiza, te da cercanía. Y luego, cuando hay tristeza, necesitamos un poco de humor para resetear un poco a la persona que la tienes delante. Creo que las dos emociones más importantes que tiene el ser humano es emocionarse y reírse. El programa va de eso, de emocionarnos y de reírnos.

¿Y si no tiene audiencia?Me aplico el lema que me he aplicado toda mi vida: Que me quiten lo bailado, lo hice. Llevo 20 años en la televisión y todavía sigo en el prime time. Todavía no hemos fracasado, con humildad lo digo. Somos una productora pequeñita, Zanskar Producciones, pero muy, muy humana. Nunca hemos sido ambiciosos en la parte económica. Nos gusta divertirnos mucho en lo que hacemos, porque la vida, si lo piensas bien, es lo que tenemos. Yo no voy a hacer nada que no me divierta, que no me emocione, que no me mantenga vivo.

El siglo XXI ha llegado, pero no para todo el mundo, incluso en España…Bueno, porque hay decalaje. Es decir, al final hemos construido la sociedad en capas, cuando éramos recolectores éramos todos iguales, cuando tenías que cazar, cazaban todos juntos. Pero hay capas que se quedan, se anclan en el tiempo y de repente te encuentras a gente que hasta yo mismo me sorprendo. Personas que no salieron nunca del pueblo, que no conoce una ciudad, ni el mar. Sitios donde el tiempo se ha detenido, que no tienen unos mínimos, un hogar. Que no tienen una casa, que no tienen una calefacción para calentarse y están en una sierra con unos fríos horribles. Pasó el tiempo y no les cayó nada en suerte y parece que encadenan desgracia tras desgracia. También son de aquí.

Hemos pasado un apagón, una pandemia… Los pueblos nos dieron de comer en el pasado, ¿estamos perdiendo ese plan B de volvernos al pueblo si vienen mal dadas?Bueno, ahora los cultivos extensivos se hacen con muchísima tecnología y maquinaria. Hoy ha cambiado la forma de alimentarnos y la forma de consumir, pero a mí no me vas a sacar de mi huerto, porque lo que yo como sé que es muy bueno o que la gallina que tengo en casa me va a dar un huevo muy bueno. Hemos ganado en que no tenemos problema de abastecimiento, hemos perdido en que no tenemos la calidad que teníamos antes. Lo del apagón… Lo vivimos como una tragedia, ahora ya no sabemos compensar. Yo recuerdo cuando me crié en el pueblo que se iba la luz todas las semanas y a lo mejor tardaba dos días en venir. ‘Oye, que se ha caído el transformador. Es que cayó un rayo en palanquín y no va a haber luz’, pues teníamos las velas, la vida seguía. Ahora se nos va la luz y tampoco se acaba el mundo. Ahora hacemos unos dramas… A mí no me va a pillar a contrapié, primero porque me gustan las energías renovables y hace mucho tiempo que mi casa es 100% sostenible. Tengo energía para funcionar, me la da el sol, tengo mi huerto… Sinceramente yo no me enteré, porque sigo viviendo en el pueblo con las cosas de antes.

¿Hay una forma de revertir esta España vacía que usted muestra?Es muy difícil, porque luego hay una realidad que se impone. Los centros neurálgicos son las ciudades, la optimización de los recursos y todo está allí. Entonces, ¿qué nos queda? Pues nos queda el turismo. Hay que saber qué tiene bueno cada pueblo para que lo pueda explotar. Y que de alguna forma, las familias, los hijos, sobrinos, nietos perpetúen la huella del pueblo. Tiene que ser un homenaje a nuestras generaciones pasafas y no perder el bien cultural que es tener tu pueblo.

¿Es usted una celebridad en su pueblo?A ver, quieras que no, la televisión te da una inercia y evidentemente te quieren. Yo siempre hablo de los pueblos y de mi pueblo. Pero es que no puedo hacer otra cosa, porque vivo en él. Creo que se sienten muy orgullosos, igual que yo me siento orgulloso de ellos, es decir, de mis vecinos. Mis amigos siguen siendo los de siempre y mis vecinos de siempre.

Y a todo esto sigue corrigiendo a los conspiracionistas…Las redes sociales para mí son una fuente infinita de información. Pero claro, ahora accede todo el mundo y cualquiera se erige como un informador. Entonces cuidadín. Lo más relevante para dar una información es conocer las fuentes. Y si hay dos personas, conocer una historia de una y de la otra y luego hacer una composición o exponerla. Ahora informamos de cualquier manera. Empieza un terraplanista a decirte que la tierra es plana… esto empezó el día que mi nieto me dijo ‘¿entonces la tierra es plana o redonda? Porque es que ahora creo que la Tierra es plana. Antes era redonda, pero se ha demostrado que es plana’. Cuando te preguntan esto, dices ‘algo falla aquí’. Yo no quiero que mi nieto piense que la tierra es plana porque vea a un youtuber que dice que es plana. Entonces empecé a hacer correcciones con humor basadas en la más estricta ciencia.

Ha viajado al espacio recientemente, ¿mira al cielo ahora de otra forma?Miro la vida de otra forma, no el cielo. Me sigue impactando y la tengo en la cabeza y no se me borra nunca ver este planeta ahí colgando. Asustaba ver ese negro. Asustaba ver ese cosmos, que es muy agresivo. En realidad no hay nada afuera para que vivas: temperaturas hostiles, radiaciones cósmicas que te matan… Y sin embargo, tenemos un escudo magnético que nos genera el núcleo de la Tierra. Tenemos una capa de atmósfera finísima que nos da la vida y hemos tenido esta suerte de vivir aquí. Después de ir al espacio entré en una fase de pensar ‘dios mío, es un misterio maravilloso que podamos vivir aquí’. Eso de que cuando nos morimos se acaba todo… ahora me está dando vueltas a la cabeza. Ya no me lo creo. Cuando nos morimos no se acaba todo, hay piezas que no encajan.

A sus 60 años está mejor físicamente que muchos de 30… ¿seguirá con las aventuras mientras se pueda? ¿Hasta cuándo?Tienes que estar físicamente bien y que acompañe la parte mental. Yo soy siempre optimista por naturaleza. Sonrío todo el día y físicamente me cuido muchísimo. Me gusta entrenar, pero no por obligación, porque me divierte, porque estoy en el campo, porque tengo una comida saludable, tengo unos buenos amigos, intento huir de los problemas y si los hay, frivolizo con ellos. No tengo esa sensación de tener 60. Yo me voy de vacaciones ahora y me voy a ir a Whistler, Canadá, a competir en la prueba más importante del mundo Master 40 de descenso en bici, porque no hay Master 60. No sé cuántos habrá de mi edad, pero me voy porque es lo que me apetece hacer. Y tengo una sensación de estar exactamente igual que a los 25 años. Te lo digo de verdad, físicamente en ese nivel. Creo que es una actitud personal. Supongo que vendrán otras edades donde ya tienes que bajar, pero vamos, no pienso parar una mierda hasta que me vaya de este planeta.

Calleja y su equipo se trasladan a la localidad burgalesa de Huerta de Arriba, en la Sierra de la Demanda, con la misión de reacondicionar la vivienda semiderruida de Félix y Martín, dos hermanos de avanzada edad y escasos recursos que apostaron por su pueblo y se arraigaron en su tierra pese a la dureza de la comarca. 

Félix, que es más extrovertido, cocina y se encarga de limpiar y mantener como puede el orden en la casa. Martín se dedica a cuidar a sus vacas y, según su hermano, a manchar y desordenar. Ambos son muy especiales para los habitantes del pueblo: siempre piensan en los demás, ayudan a sus vecinos y mantienen vivas algunas de las tradiciones más importantes de la comarca. 

Gracias al programa, multitud de vecinos y voluntarios de la zona se implican con el equipo de John Te Lo Busca para llevar a cabo una profunda transformación de la vivienda. 

En el proceso, Calleja conoce a gente singular como Ángel ‘El Capitán’, un socarrón conservacionista de los bosques que se enamoró de la vida natural gracias a Félix Rodríguez de la Fuente; Domingo, un simpático cura que trabajó en la mítica película El bueno, el feo y el malo, grabada en la zona; o María Monserrat, una divertida anciana junto a la que Calleja juega delirante partida de Escape Room rural.

 20MINUTOS.ES – Televisión

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