Jesús Calleja hizo muy felices a los hermanos Félix y Martín durante el segundo episodio de Volando voy, volando vengo. El montañista llegó a Sierra de la Demanda, donde conoció las malas condiciones de la vivienda de los hermanos.
Calleja, con ayuda de muchos voluntarios, reformó la casa, regalándonos uno de los momentos más emotivos de la noche del jueves en televisión. Pero también hubo un momento de tensión cuando llevó a los dos hombres en helicóptero a sobrevolar la sierra.
«Éramos ocho hermanos con muchas necesidades, pasamos calamidades», explicó Martín. «Íbamos medio desnudos, medio descalzos, e íbamos a pedir por las puertas», reconocía la dura historia de su familia. En ese momento, Félix avisó: «No sé si me estoy mareando«.
Calleja no se lo pensó e interrumpió el vuelo de inmediato. «Paro un poco y luego seguimos, no te preocupes», le calmó. Aterrizaron en un momento, apagó el motor y dejó que le diera el aire. «Pobrecín, lo bueno que tiene esto es que puedes parar donde sea», añadió.
«¡Te quedaste más blanco que una monja!«, bromeó Calleja con su invitado especial, que se recuperó en un momento cuando pararon. Además, fue posible retomar el vuelo y volver al pueblo en el helicóptero con unas increíbles vistas.
Uno de los hermanos con los que volaba comenzó a marearse: «Lo bueno de esto es que puedes para donde sea».
Jesús Calleja hizo muy felices a los hermanos Félix y Martín durante el segundo episodio de Volando voy, volando vengo. El montañista llegó a Sierra de la Demanda, donde conoció las malas condiciones de la vivienda de los hermanos.
Calleja, con ayuda de muchos voluntarios, reformó la casa, regalándonos uno de los momentos más emotivos de la noche del jueves en televisión. Pero también hubo un momento de tensión cuando llevó a los dos hombres en helicóptero a sobrevolar la sierra.
«Éramos ocho hermanos con muchas necesidades, pasamos calamidades», explicó Martín. «Íbamos medio desnudos, medio descalzos, e íbamos a pedir por las puertas», reconocía la dura historia de su familia. En ese momento, Félix avisó: «No sé si me estoy mareando«.
Calleja no se lo pensó e interrumpió el vuelo de inmediato. «Paro un poco y luego seguimos, no te preocupes», le calmó. Aterrizaron en un momento, apagó el motor y dejó que le diera el aire. «Pobrecín, lo bueno que tiene esto es que puedes parar donde sea», añadió.
«¡Te quedaste más blanco que una monja!«, bromeó Calleja con su invitado especial, que se recuperó en un momento cuando pararon. Además, fue posible retomar el vuelo y volver al pueblo en el helicóptero con unas increíbles vistas.
20MINUTOS.ES – Televisión