Juan de Oñate lanza su ‘Presagio’, un ‘thriller’ histórico que predice la fecha de la muerte: «Me preocupa cómo se utiliza la verdad»

La Asociación de Periodistas Europeos se encuentra en un edificio a la espalda del Congreso de los Diputados. No parece esta la mejor influencia para la inspiración literaria, dado el bullicio perturbador que lo invade con frecuencia, pero su director, Juan de Oñate (1975), no parece apreciarlo, si acaso, le gusta sentir detrás el peso de la ley y de la historia, tan cercana, por otra parte, a sus libros y su pasado.

La Asociación se ubica en una amplísima planta donde destaca la colección íntegra del Diario Madrid, buque insignia de la prensa libre de años nada libres. Hay también un mural que recuerda a periodistas legendarios como Pepe Oneto, Miguel Ángel Aguilar o Nativel Preciado. Y una larguísima mesa rodeada de banderas internacionales en la que se sientan a almorzar y a intercambiar información confidencial ministros, banqueros, jueces… Porque esa es una de las reglas de la casa: quien acude como invitado habla sin filtros, pero nada de lo que esos estandartes ‘oyen’ es manejable, mucho menos para los medios de comunicación.

Digamos, que es como un club clandestino donde en lugar de copas se sirven valiosos titulares de la actualidad que no verán la luz. La Asociación tiene como norma respetar la defensa de las libertades y la búsqueda de la integración europea, un catecismo para sus 160 afiliados. Este organismo alberga el honor, entre sus diferentes actividades, de entregar dos reconocidos premios periodísticos anuales: el Salvador de Madariaga y el Francisco Cerecedo, que entregarán los reyes dentro de pocos días al corresponsal Fran Sevilla.

Todo ello, como precisa su director, en un ambiente donde prestigio sobra, no así el dinero de la institución, que siempre está sopesando maneras de financiarse para tan loables tareas.

Estamos sentados cerca de los ejemplares encuadernados en cuero del Diario Madrid para hablar, no de los secretos que conoce Oñate, sino de su faceta narrativa, con la que acaba de publicar su tercera novela, Presagio (Plaza y Janés). En este título, el autor se traslada a 1951 cuando dos novicios se ven implicados en un incendio en la licorería del monasterio de San Julián de Samos (Lugo). Setenta años después, un historiador y un periodista tratan de verificar si es cierta la aparición de un libro que vaticina muertes con su día, su mes y su año.

Que todo el mundo supiera la fecha de su muerte llevaría al caos

¿Le gustaría conocer al escritor la fecha de su final? «El egoísmo humano te pide saber la fecha de tu muerte, pero que todo el mundo la supiera llevaría al caos. Si tú sabes que no te va a pasar nada haciendo ciertas cosas, pues las harían, todos las harían. ‘Yo exprimo mi vida lo que puedo porque sé cuándo termina’, diríamos todos», apunta Oñate.

Para desentrañar esta idea, el autor vuelve a una leyenda celta que tiene personajes reales de base, «en la que en un poblado, el líder tenía esa virtud de presagiar cuándo la gente se puede morir. Y cuando la gente lo sabe, cambia su estilo de vida y genera un gran caos».

El libro, con el que estrena editorial, ha sido comparado con los títulos del mega vendedor Dan Brown (El código Da Vinci). «Te hace ilusión que te comparen con un gigante. Con vender la cuarta parte de lo que vende él me daría por satisfecho. El ritmo y el tipo de lectura y de desarrollo de las tramas, son parecidas. Intentan mantenerte enganchado, vinculan cuestiones muy reales con otras esotéricas, como la predicción de la muerte. Pero no me atrevo a compararme con él».

Uso la ficción para hacer reflexiones que no haría si no fuera porque las pones en boca de algún personaje. Es liberación propia

Rechaza, sin embargo, sentirse inspirado por Brown. «Lo que sí pasa es que indirectamente, lo que lees te influye. Me divierte mucho leer thrillers y novela histórica. Y lo que vincula la ficción con la realidad. Yo creo que cuando te pones a escribir, te acaba saliendo eso. Me ha pasado con las dos novelas anteriores y con esta. Necesito la faceta de historiador que tengo. Usar cosas reales y sumarle un punto de ficción porque además la empleo para hacer reflexiones que no haría si no fuera porque te acoges a lo novelado, en boca de algún personaje, que son un poco liberación propia».

Juan de Oñate se licenció en Geografía e Historia, en concreto, del Arte, su especialidad, lo que lleva a preguntarle por qué este desvío laboral. «Encontré una vía de escape a través de la novela para reencontrarme con el mundo del arte, que me apasiona. La primera trataba del robo de La Mona Lisa en el Louvre (El efecto Peruggia)». Asunto que conduce inevitablemente al reciente asalto al Louvre. «Algunos me han dicho que si fue un presagio (risas) de mi novela actual, que si había una conjura internacional en esto del Louvre, como contaba yo. Vamos, que se reescribe la historia una vez más».

Hago un homenaje a Galicia, pero sin reivindicaciones. Simplemente por una deuda moral con esa tierra

La novela discurre en la tierra amada de Oñate, Galicia, si bien se quiere distanciar del parecido entre sus personajes y él. O no. «Yo cuando escribo no lo hago de manera biográfica, pero en esta siento que sí. Esta novela la he escrito dos veces, la primera en la que fui más prudente y distante; y en una segunda reescritura me liberé de algunas cargas y fui contando las cosas que me entretenían. De alguna manera, sí he visto una pátina de biografía. Está salpicado de dosis, pero la novela no tiene nada que ver conmigo».

Sí reconoce que situar la novela en Galicia es un homenaje. «Ves que hay un sitio que es especial para ti y me pregunté por qué no darle ese protagonismo al escenario. Sin reivindicaciones, simplemente por una deuda moral que tienes y que te apetece desarrollar. El gallego es un mundo con el que me siento muy arraigado».

Como deudor de la morriña, Juan de Oñate admite que la novela negra, en la que él ha incursionado, se da mejor en el norte. «La palabra clave es misterio. Las novelas anteriores no me las podría haber llevado a Galicia, pero esta ha encajado allí. Galicia es una tierra de meigas y misterios. A lo que no le encuentran explicación, ellos le encuentran un punto esotérico. Y eso te favorece muchísimo en tramas como esta en las que te preguntas por cosas inexplicables. En eso Galicia manda. La forma que tiene de afrontar la muerte, cómo son sus entierros, sigue vinculada a tradiciones muy remotas, auténticas y maravillosas».

Me apetecía enfrentar visiones que no tienen nada que ver: un monje, un historiador y un periodista

La novela Presagio combina, como en un mosaico, religión, arte, legajos, muerte, pasado y presente. «Lo que me apetecía era enfrentar visiones que no tienen nada que ver: la de un monje benedictino, que todo lo basa en la fe y a todo le encuentra una explicación, con la de un historiador escéptico y con un tercero, que es el periodista que se mueve por la noticia, por el morbo. Son tres maneras distintas de ver la misma realidad, que es interpretable. Me preocupa cómo se utiliza la verdad, de eso va la novela».

El título arranca con lo que sucede en una biblioteca, un marco que en los libros dan mucho juego históricamente. «Yo parto de eso y de que todos nos acordamos de Umberto Eco y de El nombre de la rosa con su gran biblioteca. En mi caso, se produce un incendio en el monasterio de Samos (esto es real) y los monjes se dividen en dos grupos: unos quisieron salvar su vida y otros intentaron salvar la biblioteca. Ese intento de que perviviera la sabiduría que encerraban los libros tiene mucha importancia. Es un tema con el que todos nos sentimos identificados».

Si tuviera que salvar algún libro de un incendio en mi casa, serían los de arte. Son mis intocables

Juan de Oñate acata una pregunta a propósito de lo anterior: ¿Qué salvaría si su librería personal ardiera o se inundara? «Los libros que tengo seleccionados son los que no muevo de casa de ninguna manera, los que no presto. Y estos son los que tienen que ver con el arte, los intocables. Y también un par de ensayos que he escrito. Me hace especial ilusión uno que me pidió el Museo del Prado».

Las tramas históricas son sus predilectas, como Los Borgia, de Mario Puzzo. «Tiene un tono maravilloso». Y añade: «Hay libros que he leído por segunda vez y me han decepcionado. Con los grandes clásicos pasa lo contrario, como el Quijote, cuando la lees con 16 años y no entiendes nada. Hay que volver a ellos con la madurez».

¿Un presagio inmediato del autor? «Tengo uno que es más abierto y vinculado al periodismo. Hay una gran polarización interesada, por la clase política y por los medios. Esa tirantez es desapacible. El presagio que quiero ver es que suavizáramos esta tensión política y mediática. Y volver al clima de entendimiento, aun sin estar en la radicalización extrema».

En política hay cuestiones que son legales, pero no morales, tanto de un lado como de otro. Lo moral parece no tener importancia

¿Y el que ve de verdad? «El gobierno va a a mantener su posición mientras pueda y no va a a haber ningún cambio mientras no haya elecciones o por el cansancio del presidente del gobierno, que se vaya. Los escándalos no tendrán la capacidad de cambiar nada, ni de un lado ni de otro. Eso solo vale cuando hay una sentencia firme y da por hecho algo. Hay cuestiones que son legales, pero no morales, tanto de un lado como del otro. Lo moral ahora parece no tener importancia».

 El director de la Asociación de Periodistas Europeos describe en su tercera novela un suceso, basado en hechos reales, en un monasterio benedictino y sujetos a su imaginación.  

La Asociación de Periodistas Europeos se encuentra en un edificio a la espalda del Congreso de los Diputados. No parece esta la mejor influencia para la inspiración literaria, dado el bullicio perturbador que lo invade con frecuencia, pero su director, Juan de Oñate (1975), no parece apreciarlo, si acaso, le gusta sentir detrás el peso de la ley y de la historia, tan cercana, por otra parte, a sus libros y su pasado. 

La Asociación se ubica en una amplísima planta donde destaca la colección íntegra del Diario Madrid, buque insignia de la prensa libre de años nada libres. Hay también un mural que recuerda a periodistas legendarios como Pepe Oneto, Miguel Ángel Aguilar o Nativel Preciado. Y una larguísima mesa rodeada de banderas internacionales en la que se sientan a almorzar y a intercambiar información confidencial ministros, banqueros, jueces… Porque esa es una de las reglas de la casa: quien acude como invitado habla sin filtros, pero nada de lo que esos estandartes ‘oyen’ es manejable, mucho menos para los medios de comunicación. 

Digamos, que es como un club clandestino donde en lugar de copas se sirven valiosos titulares de la actualidad que no verán la luz. La Asociación tiene como norma respetar la defensa de las libertades y la búsqueda de la integración europea, un catecismo para sus 160 afiliados. Este organismo alberga el honor, entre sus diferentes actividades, de entregar dos reconocidos premios periodísticos anuales: el Salvador de Madariaga y el Francisco Cerecedo, que entregarán los reyes dentro de pocos días al corresponsal Fran Sevilla.

Todo ello, como precisa su director, en un ambiente donde prestigio sobra, no así el dinero de la institución, que siempre está sopesando maneras de financiarse para tan loables tareas.

Estamos sentados cerca de los ejemplares encuadernados en cuero del Diario Madrid para hablar, no de los secretos que conoce Oñate, sino de su faceta narrativa, con la que acaba de publicar su tercera novela, Presagio (Plaza y Janés). En este título, el autor se traslada a 1951 cuando dos novicios se ven implicados en un incendio en la licorería del monasterio de San Julián de Samos (Lugo). Setenta años después, un historiador y un periodista tratan de verificar si es cierta la aparición de un libro que vaticina muertes con su día, su mes y su año.

Que todo el mundo supiera la fecha de su muerte llevaría al caos

¿Le gustaría conocer al escritor la fecha de su final? «El egoísmo humano te pide saber la fecha de tu muerte, pero que todo el mundo la supiera llevaría al caos. Si tú sabes que no te va a pasar nada haciendo ciertas cosas, pues las harían, todos las harían. ‘Yo exprimo mi vida lo que puedo porque sé cuándo termina’, diríamos todos», apunta Oñate.

Para desentrañar esta idea, el autor vuelve a una leyenda celta que tiene personajes reales de base, «en la que en un poblado, el líder tenía esa virtud de presagiar cuándo la gente se puede morir. Y cuando la gente lo sabe, cambia su estilo de vida y genera un gran caos».

'Presagio' está editada por Plaz&Janés.
‘Presagio’ está editada por Plaz&Janés.CEDIDA

El libro, con el que estrena editorial, ha sido comparado con los títulos del mega vendedor Dan Brown (El código Da Vinci). «Te hace ilusión que te comparen con un gigante. Con vender la cuarta parte de lo que vende él me daría por satisfecho. El ritmo y el tipo de lectura y de desarrollo de las tramas, son parecidas. Intentan mantenerte enganchado, vinculan cuestiones muy reales con otras esotéricas, como la predicción de la muerte. Pero no me atrevo a compararme con él».

Uso la ficción para hacer reflexiones que no haría si no fuera porque las pones en boca de algún personaje. Es liberación propia

Rechaza, sin embargo, sentirse inspirado por Brown. «Lo que sí pasa es que indirectamente, lo que lees te influye. Me divierte mucho leer thrillers y novela histórica. Y lo que vincula la ficción con la realidad. Yo creo que cuando te pones a escribir, te acaba saliendo eso. Me ha pasado con las dos novelas anteriores y con esta. Necesito la faceta de historiador que tengo. Usar cosas reales y sumarle un punto de ficción porque además la empleo para hacer reflexiones que no haría si no fuera porque te acoges a lo novelado, en boca de algún personaje, que son un poco liberación propia».

Juan de Oñate se licenció en Geografía e Historia, en concreto, del Arte, su especialidad, lo que lleva a preguntarle por qué este desvío laboral. «Encontré una vía de escape a través de la novela para reencontrarme con el mundo del arte, que me apasiona. La primera trataba del robo de La Mona Lisa en el Louvre (El efecto Peruggia)». Asunto que conduce inevitablemente al reciente asalto al Louvre. «Algunos me han dicho que si fue un presagio (risas) de mi novela actual, que si había una conjura internacional en esto del Louvre, como contaba yo. Vamos, que se reescribe la historia una vez más».

Hago un homenaje a Galicia, pero sin reivindicaciones. Simplemente por una deuda moral con esa tierra

La novela discurre en la tierra amada de Oñate, Galicia, si bien se quiere distanciar del parecido entre sus personajes y él. O no. «Yo cuando escribo no lo hago de manera biográfica, pero en esta siento que sí. Esta novela la he escrito dos veces, la primera en la que fui más prudente y distante; y en una segunda reescritura me liberé de algunas cargas y fui contando las cosas que me entretenían. De alguna manera, sí he visto una pátina de biografía. Está salpicado de dosis, pero la novela no tiene nada que ver conmigo».

Sí reconoce que situar la novela en Galicia es un homenaje. «Ves que hay un sitio que es especial para ti y me pregunté por qué no darle ese protagonismo al escenario. Sin reivindicaciones, simplemente por una deuda moral que tienes y que te apetece desarrollar. El gallego es un mundo con el que me siento muy arraigado».

Juan de Oñate es el autor de la novela negra 'Summa Mortis'
Juan de Oñate es autor también de ‘El efecto Peruggia’ y de ‘Summa mortis’.’Adolfo Ortega

Como deudor de la morriña, Juan de Oñate admite que la novela negra, en la que él ha incursionado, se da mejor en el norte. «La palabra clave es misterio. Las novelas anteriores no me las podría haber llevado a Galicia, pero esta ha encajado allí. Galicia es una tierra de meigas y misterios. A lo que no le encuentran explicación, ellos le encuentran un punto esotérico. Y eso te favorece muchísimo en tramas como esta en las que te preguntas por cosas inexplicables. En eso Galicia manda. La forma que tiene de afrontar la muerte, cómo son sus entierros, sigue vinculada a tradiciones muy remotas, auténticas y maravillosas».

Me apetecía enfrentar visiones que no tienen nada que ver: un monje, un historiador y un periodista

La novela Presagio combina, como en un mosaico, religión, arte, legajos, muerte, pasado y presente. «Lo que me apetecía era enfrentar visiones que no tienen nada que ver: la de un monje benedictino, que todo lo basa en la fe y a todo le encuentra una explicación, con la de un historiador escéptico y con un tercero, que es el periodista que se mueve por la noticia, por el morbo. Son tres maneras distintas de ver la misma realidad, que es interpretable. Me preocupa cómo se utiliza la verdad, de eso va la novela».

El título arranca con lo que sucede en una biblioteca, un marco que en los libros dan mucho juego históricamente. «Yo parto de eso y de que todos nos acordamos de Umberto Eco y de El nombre de la rosa con su gran biblioteca. En mi caso, se produce un incendio en el monasterio de Samos (esto es real) y los monjes se dividen en dos grupos: unos quisieron salvar su vida y otros intentaron salvar la biblioteca. Ese intento de que perviviera la sabiduría que encerraban los libros tiene mucha importancia. Es un tema con el que todos nos sentimos identificados».

Si tuviera que salvar algún libro de un incendio en mi casa, serían los de arte. Son mis intocables

Juan de Oñate acata una pregunta a propósito de lo anterior: ¿Qué salvaría si su librería personal ardiera o se inundara? «Los libros que tengo seleccionados son los que no muevo de casa de ninguna manera, los que no presto. Y estos son los que tienen que ver con el arte, los intocables. Y también un par de ensayos que he escrito. Me hace especial ilusión uno que me pidió el Museo del Prado».

Las tramas históricas son sus predilectas, como Los Borgia, de Mario Puzzo. «Tiene un tono maravilloso». Y añade: «Hay libros que he leído por segunda vez y me han decepcionado. Con los grandes clásicos pasa lo contrario, como el Quijote, cuando la lees con 16 años y no entiendes nada. Hay que volver a ellos con la madurez».

¿Un presagio inmediato del autor? «Tengo uno que es más abierto y vinculado al periodismo. Hay una gran polarización interesada, por la clase política y por los medios. Esa tirantez es desapacible. El presagio que quiero ver es que suavizáramos esta tensión política y mediática. Y volver al clima de entendimiento, aun sin estar en la radicalización extrema».

En política hay cuestiones que son legales, pero no morales, tanto de un lado como de otro. Lo moral parece no tener importancia

¿Y el que ve de verdad? «El gobierno va a a mantener su posición mientras pueda y  no va a a haber ningún cambio mientras no haya elecciones o por el cansancio del presidente del gobierno, que se vaya. Los escándalos no tendrán la capacidad de cambiar nada, ni de un lado ni de otro. Eso solo vale cuando hay una sentencia firme y da por hecho algo. Hay cuestiones que son legales, pero no morales, tanto de un lado como del otro. Lo moral ahora parece no tener importancia».

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