Ya no está de moda aparentar ser quien no eres y vestirte con exuberantes – y probablemente falsas – prendas de diseñador con las que hacer creer al mundo que has triunfado; lo que se lleva ahora es petarlo, pero quedarte en el barrio; lo genuino, lo auténtico, la ropa barata y los modales escasos – o naturales – que te han enseñado desde chiquitito.
La escena musical urbana ha cambiado mucho estos últimos años: ahora las mujeres existen como algo más que objetos; ya no son los lugares de conquista de cuatro raperos que las enseñan en videoclips como trofeos, sino que han cogido la batuta del protagonismo y se han puesto a hacer música de primer nivel – que ya hacían antes, solo que ahora con mucho más foco industrial –. Artistas como Métrika, Bbtrick, Albany o L0rna protagonizan la nueva ola de música urbana en español; de hecho, esta última ha venido a cambiar buena parte de la escena.
L0rna, de quien sabemos de su vida personal que tiene solo diecinueve años, es de Cartagena y hace música desde los dieciséis, es una de las mayores exponentes de la nueva ola de espontaneidad, frescura y reivindicación musical femenina; una ola que se caracteriza por estar plagada de humor, ser tan irreverente como la de los punkis del siglo pasado y reivindicar otra vez la estética choni de los dos miles, el Tuenti y las fotos con flash.
Esta artista lleva ya un tiempo posicionada como una joven promesa. Trapera de esencia pura, ha trabajado con gente como Yung Beef, Albany o Rico Rosa – este último, uno de sus productores de referencia –. Su música es pura improvisación y frescura, y viene a ser totalmente seria en sus objetivos desde la falta absoluta de seriedad.
De hecho, eso de que su música es pura improvisación es totalmente real, pues en varias entrevistas, como la que concedió para la revista especializada Acero, ha reconocido que lo suyo no va precisamente de escribir durante largas horas a la luz de las velas: ella va al estudio, escucha el beat e improvisa, técnica que se nota muchísimo, por ejemplo, en el brutal sentido del humor que abraza en sus canciones.
Respecto a la estética choni y dosmilera, L0rna ha rescatado para varios de sus trabajos y videoclips algunos de los lugares comunes y estereotipos de esta tribu urbana tan denostada por asociarse históricamente a los barrios obreros y los polígonos. Por ejemplo, uno de sus temas más sonados últimamente es FP de peluquería, un trabajo fresquísimo que viene acompañado de un videoclip con la clásica estética de esa época en el que se ejemplifican las pocas salidas que podían tener esas chicas a las que acusaban de chonis por llevar piercings de gemas y vestir con estampados de leopardo: o se hacían peluqueras o no tendrían futuro.
También en Rasca y gana, un trabajo junto al productor y dj Kawasaki, muestra la estética de los barrios marginales que tanto nos enseñaron en el legendario programa de Callejeros – de hecho, el videoclip está inspirado en el clásico episodio en el que aparece una chica de Huelva comprándose una videoconsola –. Las chicas aparecen con chándales de mercadillo y los chicos con polos de imitación, rosarios colgados al cuello y tupés con mucha gomina; todo aquello que nos dijeron que era choni, cani o directamente de mal gusto es reapropiado por L0rna, quien no solo lo muestra como una estética sino también como una forma de vida; como un orgullo, incluso. Puedes salir del barrio, pero el barrio jamás saldrá de ti, y eso no tiene por qué ser necesariamente malo.
Otra de las facetas características de la genial cartagenera es la reapropiación de las letras con carga sexual, solo que desde el punto de vista de la mujer: no es el hombre ya quien presume de tener a chorrocientas mujeres en la discoteca dispuestas a hacerle lo que él les pida, sino que es ella, una mujer que maneja los billetes y el biznes, quien los tiene a toditos desesperados por que les preste un minutito de su carísima atención.
En la canción Siempre sin preservativo, por ejemplo, bromea con que ella nunca practica sexo seguro porque está por encima de los demás; ella es algo así como una diosa a la que todos los hombres deben rendir pleitesía. Ella manda, ella dirige, ella otorga; ella quita, ella da y ella se ríe de todos mientras hace y deshace a su antojo.
Si L0rna ya era una artista posicionada, con su nuevo disco, Miss-Understood, ha venido a colocarse como una de las grandes esperanzas musicales del 2025. El álbum es un gran trabajo de 14 canciones donde expande todo el imaginario que ha ido construyendo desde sus primeros temas y colaboraciones; hay humor, hay sexo, hay reivindicación y hay muchísimo orgullo de barrio.
En el ya algo envejecido panorama musical urbano español, la llegada de artistas como L0rna es una brutal buena noticia. Sus canciones son capaces de conectar con una nueva generación de jóvenes, la centenial, que están saliendo ahora al mundo a trabajar y buscarse la vida. Esta generación tiene inquietudes como la religión, la conciencia de no tener un futuro garantizado y la acertada sensación de que un código postal te marca más que el ADN, y artistas como la de Cartagena son capaces de entender, descifrar y retroalimentar desde su música todos estos nuevos tópicos.
Además, siempre es divertido ver a artistas tan jóvenes meterse con los hombres.
Ya no está de moda aparentar ser quien no eres y vestirte con exuberantes – y probablemente falsas – prendas de diseñador con las que hacer creer al mundo…
Ya no está de moda aparentar ser quien no eres y vestirte con exuberantes – y probablemente falsas – prendas de diseñador con las que hacer creer al mundo que has triunfado; lo que se lleva ahora es petarlo, pero quedarte en el barrio; lo genuino, lo auténtico, la ropa barata y los modales escasos – o naturales – que te han enseñado desde chiquitito.
La escena musical urbana ha cambiado mucho estos últimos años: ahora las mujeres existen como algo más que objetos; ya no son los lugares de conquista de cuatro raperos que las enseñan en videoclips como trofeos, sino que han cogido la batuta del protagonismo y se han puesto a hacer música de primer nivel – que ya hacían antes, solo que ahora con mucho más foco industrial –. Artistas como Métrika, Bbtrick, Albany o L0rna protagonizan la nueva ola de música urbana en español; de hecho, esta última ha venido a cambiar buena parte de la escena.
L0rna, de quien sabemos de su vida personal que tiene solo diecinueve años, es de Cartagena y hace música desde los dieciséis, es una de las mayores exponentes de la nueva ola de espontaneidad, frescura y reivindicación musical femenina; una ola que se caracteriza por estar plagada de humor, ser tan irreverente como la de los punkis del siglo pasado y reivindicar otra vez la estética choni de los dos miles, el Tuenti y las fotos con flash.
Esta artista lleva ya un tiempo posicionada como una joven promesa. Trapera de esencia pura, ha trabajado con gente como Yung Beef, Albany o Rico Rosa – este último, uno de sus productores de referencia –. Su música es pura improvisación y frescura, y viene a ser totalmente seria en sus objetivos desde la falta absoluta de seriedad.
De hecho, eso de que su música es pura improvisación es totalmente real, pues en varias entrevistas, como la que concedió para la revista especializada Acero, ha reconocido que lo suyo no va precisamente de escribir durante largas horas a la luz de las velas: ella va al estudio, escucha el beat e improvisa, técnica que se nota muchísimo, por ejemplo, en el brutal sentido del humor que abraza en sus canciones.
Respecto a la estética choni y dosmilera, L0rna ha rescatado para varios de sus trabajos y videoclips algunos de los lugares comunes y estereotipos de esta tribu urbana tan denostada por asociarse históricamente a los barrios obreros y los polígonos. Por ejemplo, uno de sus temas más sonados últimamente es FP de peluquería, un trabajo fresquísimo que viene acompañado de un videoclip con la clásica estética de esa época en el que se ejemplifican las pocas salidas que podían tener esas chicas a las que acusaban de chonis por llevar piercings de gemas y vestir con estampados de leopardo: o se hacían peluqueras o no tendrían futuro.
También en Rasca y gana, un trabajo junto al productor y dj Kawasaki, muestra la estética de los barrios marginales que tanto nos enseñaron en el legendario programa de Callejeros – de hecho, el videoclip está inspirado en el clásico episodio en el que aparece una chica de Huelva comprándose una videoconsola –. Las chicas aparecen con chándales de mercadillo y los chicos con polos de imitación, rosarios colgados al cuello y tupés con mucha gomina; todo aquello que nos dijeron que era choni, cani o directamente de mal gusto es reapropiado por L0rna, quien no solo lo muestra como una estética sino también como una forma de vida; como un orgullo, incluso. Puedes salir del barrio, pero el barrio jamás saldrá de ti, y eso no tiene por qué ser necesariamente malo.
Otra de las facetas características de la genial cartagenera es la reapropiación de las letras con carga sexual, solo que desde el punto de vista de la mujer: no es el hombre ya quien presume de tener a chorrocientas mujeres en la discoteca dispuestas a hacerle lo que él les pida, sino que es ella, una mujer que maneja los billetes y el biznes, quien los tiene a toditos desesperados por que les preste un minutito de su carísima atención.
En la canción Siempre sin preservativo, por ejemplo, bromea con que ella nunca practica sexo seguro porque está por encima de los demás; ella es algo así como una diosa a la que todos los hombres deben rendir pleitesía. Ella manda, ella dirige, ella otorga; ella quita, ella da y ella se ríe de todos mientras hace y deshace a su antojo.
Si L0rna ya era una artista posicionada, con su nuevo disco, Miss-Understood, ha venido a colocarse como una de las grandes esperanzas musicales del 2025. El álbum es un gran trabajo de 14 canciones donde expande todo el imaginario que ha ido construyendo desde sus primeros temas y colaboraciones; hay humor, hay sexo, hay reivindicación y hay muchísimo orgullo de barrio.
En el ya algo envejecido panorama musical urbano español, la llegada de artistas como L0rna es una brutal buena noticia. Sus canciones son capaces de conectar con una nueva generación de jóvenes, la centenial, que están saliendo ahora al mundo a trabajar y buscarse la vida. Esta generación tiene inquietudes como la religión, la conciencia de no tener un futuro garantizado y la acertada sensación de que un código postal te marca más que el ADN, y artistas como la de Cartagena son capaces de entender, descifrar y retroalimentar desde su música todos estos nuevos tópicos.
Además, siempre es divertido ver a artistas tan jóvenes meterse con los hombres.
20MINUTOS.ES – Cultura