La dura historia oculta de los niños que sobrevivieron 40 días en la selva colombiana

Han empezado a vivir con una tía materna después de que su padrastro fuera condenado a 32 años de cárcel por abusar sexualmente de la niña Leer Han empezado a vivir con una tía materna después de que su padrastro fuera condenado a 32 años de cárcel por abusar sexualmente de la niña Leer  

Lo que comenzó siendo una ejemplar historia de milagro y heroísmo que asombró al mundo se ha convertido en un novelón melodramático con un incierto final. Los cuatro niños de la selva de Colombia -que sobrevivieron 40 días perdidos en la jungla- ya viven con la familia de una tía materna en Villavicencio, alejados del foco público. En la capital del departamento de Meta, a 122 kilómetros de Bogotá, inician otra etapa vital con unos parientes a los que apenas conocían y sin la amenaza que suponía para Lesly su padrastro, Manuel Ranoque, condenado a 32 años de cárcel por abusar sexualmente de la heroína de la historia.

El pasado sábado, la Fiscalía de Colombia hizo pública la condena de Ranoque. La Justicia ya había condenado en julio al padrastro por «los delitos de acceso carnal violento y actos sexuales» en contra de la menor, pero estaba pendiente conocer la pena de cárcel que debía cumplir.

En mayo de 2023 y tras el accidente aéreo en el que perdieron a su madre, Magdalena Mukutuy Valencia, en el avión que se accidentó en plena selva, la adolescente, que entonces tenía sólo 13 años, consiguió que sus hermanos -Soleiny (nueve años), Tien Noriel (cuatro) y Cristin (uno)- sobrevivieran en la inhóspita manigua, hasta que dieron con ellos 40 días después gracias a la operación Esperanza del Ejército colombiano.

La actual decisión del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) -entidad estatal encargada de los menores de edad en situación de vulnerabilidad-, sin embargo, no será el último capítulo de una larga disputa familiar.

Andrés Jacobombaire Mukutuy, padre biológico de las dos niñas -Lesly y Soleini- no ha tirado la toalla de la tutela. Aspiraba a que tanto ellas como los otros dos pequeños quedaran a su cuidado. Pero en el proceso de restitución de los derechos de los niños, la defensora de Familia del ICBF resolvió a favor de la familia materna. Y es su tía, hermana de la fallecida, quien se ha quedado con ellos.

Uno de los argumentos del padre biológico, Andrés Jacobombaire, para sustentar su reclamación de custodia, además del hecho de ser el legítimo progenitor, es la relación de las niñas con Angie y John Andrés, de 17 y 12 años en la actualidad, los otros hermanos con los que los niños de la selva convivieron en sus primeros años de vida en su natal La Chorrera, localidad enclavada en la Amazonia. Los otros -Tien y Cristin- nacieron cuando la madre le abandonó para irse con Manuel Ranoque a un caserío selvático muy distante y de difícil acceso.

El ICBF, sin embargo, que descartó para la tutela a los abuelos maternos por su edad, entregó a los cuatro protagonistas de la hazaña a la tía materna, Elda Mucutuy Valencia, ama de casa y madre de cuatro hijos. Según fuentes cercanas al caso, su marido apenas gana lo suficiente para mantenerlos a todos, pero se consideró que era el destino más adecuado.

Rosamira Jacobombaire, hermana del padre biológico, declaró dolida en una entrevista con la revista bogotana Semana: «Su madre se las llevó a escondidas. Ella, prácticamente, secuestró a las niñas y mi hermano nunca supo de ellas».

La familia paterna pudo reencontrarse con Lesly y Solaini mientras ambas estuvieron hospitalizadas tras la odisea en la selva, y a lo largo de los casi dos años que han permanecido en una Fundación en Bogotá bajo la protección del ICBF. Pero desde que otorgaron la custodia a Elda, desconocen su paradero porque el ICBF rechaza proporcionárselo.

Aducen que Andrés Jacobombaire también abusó de Lesly, por lo que ni siquiera le han permitido la comunicación por videoconferencia con los niños. Pero tanto el progenitor como los dos hijos que Magdalena dejó atrás y que se quedaron con él en La Chorrera niegan el grave señalamiento.

Fuentes cercanas a la familia Jacobombaire aseguran que fue una acusación que se inventaron para quitarles la custodia. Agregan que no han proporcionado a la defensa la demanda formal y la han tenido que solicitar por vía judicial. Así mismo, siguen a la espera de que el ICBF informe, tras presentar un derecho de petición, sobre la marcha de la denuncia disciplinaria contra la defensora de Familia que asignaron al caso desde el inicio. Consideran que no siempre respetó el inocultable derecho paterno a lo largo del proceso.

Uno de los aspectos más complejos del caso es el relativo al dinero que percibieron los cuatro niños de la selva por los documentales que relataron las penurias y peligros que soportaron. Hay informaciones sobre peleas entre los tíos maternos y quejas por la falta de recursos para sacar adelante a los niños.

No está claro qué sucederá en el futuro con los cuatro hermanos, pero al menos cuentan con una suma considerable que National Geographic depositó en Fiduagraria, la entidad pública que escogió el ICBF, a la que tendrán acceso a medida que cumplan la mayoría de edad. El que será el último programa televisivo, será emitido en los próximos meses y promete relatar con fidelidad lo sucedido.

Lo que sigue en el aire y tal vez develen los protagonistas es el enigma de si les protegieron duendes de la selva, unas tribus no contactadas o una patrulla de las FARC que les encontró por azar.

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