Tercer día de combates en la frontera. Bangkok decreta la ley marcial en ocho distritos y cierra varias zonas turísticas. Camboya ha pedido una tregua «incondicional» mientras avanza la mediación regional Leer Tercer día de combates en la frontera. Bangkok decreta la ley marcial en ocho distritos y cierra varias zonas turísticas. Camboya ha pedido una tregua «incondicional» mientras avanza la mediación regional Leer
Cuando los ejércitos de Tailandia y Camboya se enfrentaron el jueves en sus combates fronterizos más letales en más de una década, muchos de los ataques con misiles y artillería apuntaron hacia puestos militares y zonas residenciales en varias áreas montañosas que comparten la particularidad de albergar templos hindúes; lugares de culto que, durante décadas, más que transmitir paz y conciliación, han sido una fuente de conflicto entre los dos vecinos del sudeste asiático.
Desde ambos lados hay acceso al Prasat Ta Muen Thom, un templo hindú que se construyó en el siglo XII con laterita (una piedra rojiza). Se levantó durante el imperio jemer, que incluía la actual Camboya y parte de Tailandia, y ha sido escenario de constantes escaramuzas porque ambas tropas merodean los alrededores.
A 100 kilómetros de allí, en la frontera y alzándose sobre un acantilado de 525 metros, se encuentra el Prasat Preah Vihear, otro templo hindú dedicado a Shiva. Está bajo la soberanía camboyana porque así lo dictaminó la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el principal órgano judicial de la ONU. Justificó su decisión, nunca aceptada por la parte tailandesa, en los antiguos mapas del periodo colonial francés, que lo situaban dentro de su protectorado de Camboya.
En este santuario, designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, hubo una veintena de muertos cuando, en 2011, hubo un intercambio de disparos entre tropas de ambos lados. Esta semana, las autoridades camboyanas aseguraron que las ruinas del templo sufrieron daños considerables después de un ataque aéreo por parte del ejército tailandés.
No hubo bombardeos el jueves en el Prasat Ta Muen Thom, pero sí intercambio de disparos. Este templo está en manos de los budistas tailandeses a pesar de que la CJI falló en 2013 a favor de Camboya. Aunque la parte tailandesa no acepta la jurisdicción del tribunal, permite habitualmente la peregrinación de los fieles camboyanos.
Ayer, mientras continuaban los combates, Tailandia decretó la ley marcial en ocho de sus distritos fronterizos con Camboya. Bangkok también ha cerrado seis parques nacionales, que son puntos de atracción turística a lo largo de la frontera.
En las últimas horas, Camboya ha pedido un alto el fuego «inmediato». El embajador camboyano ante la ONU, Chhea Keo, dijo que su país pidió una tregua «incondicional», y agregó que Phnom Penh también quería una «solución pacífica de la disputa» tras los peores enfrentamientos fronterizos en mucho tiempo.
Este sábado, las autoridades tailandesas informaron que la armada se unió a las tropas terrestres para repeler una incursión de tropas camboyanas en tres puntos diferentes de la provincia de Trat. Los combates continúan.
Desde Bangkok han apuntado a que las hostilidades escalaron a principios de año, cuando un dron camboyano fue avistado muy cerca de un templo ubicado en la ladera de una colina. Luego, según siempre la versión tailandesa, soldados camuflados entre los devotos de Camboya cruzaron y, frente a las tropas tailandesas desplegadas en la zona, se pusieron a cantar el himno nacional de su país, lo que provocó que el complejo fuera cerrado temporalmente.
«Un comandante militar tailandés ha iniciado esta guerra al ordenar el cierre del templo y abrir fuego contra las tropas camboyanas», soltó Hun Sen, el líder autoritario que estuvo casi cuatro décadas gobernando Camboya (y que ahora lo sigue haciendo de facto), en una publicación en las redes sociales.
El estallido de los enfrentamientos llegó tras semanas de tensión que se han ido gestando desde mayo, cuando un soldado camboyano murió en un choque armado. Los combates se han prolongado por 12 puntos de una frontera de 818 kilómetros que es un hervidero de tensiones desde que las demarcaciones fueron trazadas en 1907, durante el dominio colonial francés en Camboya. En las últimas décadas, han saltado varios conflictos mortales. Pero esta semana ha sido la primera vez que se han lanzado ataques desde aviones de combate.
Cerca de los templos fronterizos, a ambos lados, se encuentran poblados que se han visto atrapados en el fuego cruzado. Las autoridades tailandesas informaron ayer de que alrededor de 138.000 personas han sido evacuadas en distintos puntos conflictivos de una frontera que se extiende por más de 800 kilómetros.
Los medios locales publicaron imágenes de varios centenares de personas siendo trasladadas a un gimnasio universitario en la provincia tailandesa de Surin. Al otro lado, muchos aldeanos camboyanos buscaron refugio en monasterios encajados en los frondosos bosques, mientras que otros cavaron improvisados refugios subterráneos.
Ambos países, que han roto completamente cualquier canal diplomático, continúan acusándose mutuamente de haber abierto fuego primero. Los enfrentamientos del jueves y viernes dejaron un total de 20 muertos en Tailandia (14 civiles y seis soldados). El sábado, Camboya confirmó en su lado la muerte de 13 personas, ocho civiles y cinco militares.
Ambas partes se han intercambiado denuncias de crímenes de guerra. Desde Phnom Penh aseguran que el ejército tailandés lanzó bombas de racimo, prohibidas por un tratado internacional de la ONU, sobre siete áreas fronterizas dentro del territorio camboyano.
Persisten los temores a que estalle una guerra abierta mientras se han intensificado los intentos de mediación por parte sobre todo de los vecinos del sudeste asiático, especialmente de Malasia, con el primer ministro Anwar Ibrahim intercambiando llamadas con ambos gobiernos.
Las dos grandes superpotencias globales, Estados Unidos y China, también se habrían ofrecido a facilitar el diálogo de cara a un firme alto el fuego. En un principio, desde Bangkok rechazaron las ofertas de mediación, insistiendo en que la disputa debe resolverse bilateralmente. «El alto el fuego en el conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya es demasiado prematuro, a menos que Camboya detenga la agresión», soltó a última hora del viernes un portavoz del Gobierno tailandés. Pero un portavoz del ejército tailandés aseguró el sábado en declaraciones en Al Jazeera que su país buscaba una solución pacífica y que, para establecer los canales de diálogo, era bienvenida la participación de otras naciones que ayudaran a ello.
Varios diarios del Sudeste Asiático apuntaban el sábado a que el primer ministro de Camboya, Hun Manet, había respaldado una propuesta de alto el fuego presentada por su homólogo malasio, aunque Tailandia la habría rechazado.
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