La productividad por trabajador casi no crecerá este año y se estabilizará los próximos en torno a un «débil» 0,7%

Este indicador, clave para la competitividad y el crecimiento de la economía, no ha aumentado prácticamente nada desde 2019 Leer Este indicador, clave para la competitividad y el crecimiento de la economía, no ha aumentado prácticamente nada desde 2019 Leer  

La productividad por trabajador en España está creciendo por debajo de su promedio histórico y en el conjunto de 2025 sólamente avanzará un 0,2%, frente al 0,9% del 2024, debido principalmente a la «notable desaceleración» que ha sufrido en el inicio de año. Así lo advierte el Banco de España en sus proyecciones macroeconómicas, presentadas esta semana, en las que estima que en los próximos dos ejercicios este indicador converja hacia tasas coherentes con su promedio histórico, es decir, a un «débil» crecimiento del 0,7% anual.

«En la productividad por ocupado hemos tenido un comportamiento muy débil: no ha aumentado en España desde 2019, está prácticamente en cero, pero hemos visto dinámicas favorables en 2024. Ahora estamos suponiendo que en 2025 la productividad por ocupado, que creció un 0,9% el año pasado, se desacelerará hasta el 0,2%, porque consideramos un ritmo de creación de empleo relativamente robusto, sobre todo por el primer trimestre, y porque hemos ajustado a la baja el crecimiento del PIB», explicó esta semana Ángel Gavilán, ya exdirector de Economía del Banco de España.

Este escaso dinamismo de la productividad supone uno de los principales lastres para la economía española y limita la posibilidad de confluir con otros países de la Eurozona. «Los avances de productividad son muy escasos, con un patrón de crecimiento basado principalmente en la creación de empleo (…) La productividad por persona ocupada crece incluso por debajo del promedio histórico», subraya también BBVA Research en su informe Situación España, presentado este jueves.

Rafael Doménech, responsable de análisis económico de este servicio de estudios, advierte de que España está «tres décimas por debajo del nivel de 2019 en PIB por persona ocupada», algo que se explica por distintos factores; como por ejemplo el efecto composición, ya que «la creación masiva de empleo que se ha producido en los últimos años se ha podido concentrar en sectores con una productividad inferior a la media, lo que produce una caída de la productividad media y que esté estancada cuando se mide por persona ocupada».

Se da la circunstancia, además, de que la productividad por ocupado, desde 2019, no evoluciona de forma pareja a la productividad por hora trabajada, un fenómeno en el que han podido influir muchos factores. «Aunque la productividad por hora ha tenido un comportamiento positivo, se espera que crezca por debajo del promedio de los últimos treinta años. Es necesario ahondar en las causas de esta divergencia y alcanzar un diagnóstico sobre su permanencia en el tiempo. Es clave estudiar la caída en el número de horas trabajadas y la contribución de la composición sectorial, de la inmigración, del envejecimiento (y su efecto sobre las bajas laborales), del aumento del Salario Mínimo Interprofesional, o del cambio de otras políticas políticas públicas», recogen en su informe.

Doménech explica que tienen «algunos indicios» de que todos esos elementos han influido en la evolución de la productividad. «Si uno observa el comportamiento tendencial de cómo ha evolucionado el empleo por persona ocupada y el número de horas, se observa que a partir de la recuperación de la crisis financiera internacional, cuando la economía toca fondo y empieza a expandirse desde 2013, van de la mano hasta 2019, y a partir de ahí se empiezan a separar, ya desde antes de la pandemia. Ese momento coincide con la subida más importante que se ha producido en el Salario Mínimo, pero aunque observamos esa evidencia no tenemos una prueba concluyente».

Desde ese momento se han superpuesto una serie de cambios (incremento de la incidencia de la incapacidad temporal, cambios metodológicos en la medición de las horas trabajadas en la EPA, etc.) que dificultan el poder aislar la contribución de cada uno de ellos. «Se están haciendo intentos, pero las respuestas son tentativas. Es algo que venimos reclamando desde hace mucho tiempo: que se estudie el efecto de las políticas públicas».

La propuesta es especialmente interesante ahora que se está debatiendo la reducción de la jornada laboral sin analizar «el impacto que tendrá en el empleo, la actividad y la productividad», añade, y advierte de que este indicador es especialmente importante porque determina la evolución de los salarios y la calidad de vida de las personas, y porque «el crecimiento hacia delante puede verse lastrado por la tendencia que muestra».

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