El susto y la incertidumbre inicial -menos en Japón, donde están acostumbrados a refugiarse de manera ordenada en lugares seguros- se fue disipando según pasaban las horas, las temidas grandes olas no aparecían y los centros meteorológicos reducían o retiraban las alertas Leer El susto y la incertidumbre inicial -menos en Japón, donde están acostumbrados a refugiarse de manera ordenada en lugares seguros- se fue disipando según pasaban las horas, las temidas grandes olas no aparecían y los centros meteorológicos reducían o retiraban las alertas Leer
Mientras que en Chile, cuando todavía permanecía activa la alerta máxima por tsunami, evacuaban cinco cárceles de mujeres en regiones costeras como Valparaíso, trasladando a las reclusas hacia centros penitenciarios del interior del país, los vecinos y turistas de las islas de Pascua y Galápagos aguardaban en terrenos elevados porque continuaban recibiendo alertas de la posible llegada de grandes olas.
Estas escenas son de la pasada madrugada, pero también las vimos durante todo el miércoles en muchos rincones del Pacífico, desde Japón hasta la costa oeste de Estados Unidos.Un terremoto y su posterior tsunami mantuvieron en vilo a más de una veintena de países, pero las olas finalmente no fueron tan destructivas como se temía y las alertas tempranas funcionaron mejor que nunca. Millones de evacuados ya han regresado a sus hogares.
El miércoles, un potente terremoto de magnitud 8,8, uno de los más grandes jamás registrados, azotó la costa de la península de Kamchatka, en Rusia. Tan solo diez minutos después del seísmo, el Sistema de Alerta de Tsunamis del Pacífico, coordinado por la UNESCO, emitió una alerta inicial que cubría las zonas de mayor riesgo, en particular la costa rusa y la japonesa. A los 20 minutos, la alerta por la posibilidad de colosales olas oceánicas fue retransmitida por centros nacionales a los largo de la costa del Pacífico, activando inmediatamente los protocolos de evacuación.
El susto y la incertidumbre inicial -menos en Japón, donde están acostumbrados a refugiarse de manera ordenada en lugares seguros- se fue disipando según pasaban las horas, las temidas grandes olas no aparecían y los centros meteorológicos reducían o retiraban las alertas.
En la remota y poco poblada Kamchatka, epicentro del terremoto, también evacuaron rápido a los residentes de una ciudad portuaria, Severo-Kurilsk, que acabó inundada. En la península rusa, salpicada de volcanes, algunos de los cuales entran en erupción cada año, se registran periódicamente temblores. Lo mismo que en las vecinas islas Kuriles, un archipiélago bajo dominio ruso pero que Japón, que las llama Territorios del Norte, reclama una soberanía que perdió después de la Segunda Guerra Mundial.
Yelena Kotenko, guía turística en las Kuriles, publicó un video en sus redes que se veía a turistas en pánico mientras esquivaban tejas que llovían del tejado de un edificio durante el seísmo y después corrían a refugiarse en la ladera de un volcán cuando llegaban las primeras olas de metro y medio.
En la madrugada del miércoles y mañana del jueves, las alertas de tsunami se mantuvieron vigentes en algunas zonas costeras de Chile, Ecuador, Perú y Colombia. También en algunas regiones de Japón, el país más cercano a Kamchatka, y en pequeñas islas del Pacífico Sur como Tuvalu y Vanuatu, donde están muy preocupados por la subida del nivel del mar.
Aunque no se han emitido órdenes formales de evacuación en estas islas, se ha recomendado a la población costera que permanezca en estado de alerta y preparada para movilizarse rápidamente. La Oficina Nacional de Gestión de Desastres de Vanuatu ha difundido mensajes de advertencia en medios y redes sociales para evitar que la población se acerque a la costa.
Un aumento del nivel del mar de 50 centímetros tendría consecuencias devastadoras para Tuvalu, una nación insular cuya altitud media apenas supera los dos metros. Gran parte de su territorio quedaría expuesto a inundaciones recurrentes, la intrusión de agua salada contaminaría los acuíferos subterráneos y se comprometería seriamente el acceso al agua potable. Además, las zonas habitadas y tierras agrícolas podrían volverse inhabitables, forzando desplazamientos internos o incluso migraciones al extranjero.
En el archipiélago de las Marquesas (Polinesia Francesa), se observaron las primeras olas en la isla de Nuku Hiva. Según informó el Alto Comisionado de la República en la región, Éric Spitz, las olas alcanzaron una altura máxima de 1,5 metros, significativamente inferior a la estimación inicial de hasta cuatro metros, aunque recomendó a la población a que continúen con las medidas de precaución. Afirmó también que se esperaban entre cinco y diez nuevas olas tras ese primer impacto. Aunque la alerta fue levantada en gran parte del territorio, las autoridades mantienen la recomendación de evitar zonas bajas y seguir las instrucciones de protección civil. Los residentes de las islas Marquesas pudieron volver a sus viviendas tras comprobarse que las olas eran menos intensas de lo esperado.
En Samoa y Papúa Nueva Guinea se mantiene una advertencia de tsunami moderado, que podría generar corrientes peligrosas y oleaje irregular durante el día. Las actividades náuticas están suspendidas y se han cerrado temporalmente las zonas de pesca y recreación marítima. Pacific Tsunami Warning Center ha insistido en que, aunque las olas no sean de gran altura, su comportamiento impredecible puede representar un riesgo considerable. En Fiji, se declaró una alerta de «tsunami watch» o vigilancia, aunque ésta fue cancelada más tarde ya que la amenaza directa había pasado. No obstante, el gobierno fiyiano divulgó un comunicado recomendando a las comunidades costeras estar atentas ante corrientes marinas inusuales y variaciones repentinas del nivel del mar, incluso tras el levantamiento de la alerta oficial.
Por su parte, Australia y Nueva Zelanda mantienen una actitud de precaución. La Oficina de Meteorología australiano informó que no se esperan olas destructivas, pero sí movimientos anómalos del mar, por lo que ha emitido recomendaciones para alejarse de zonas portuarias y playas de la costa este. En Nueva Zelanda, el Ministerio de Defensa Civil también ha pedido cautela en la costa norte y este del país. Las autoridades de ambos países siguen monitorizando en tiempo real la evolución del mar a través de sus redes de sensores y han reiterado que «la amenaza no ha pasado completamente».
En Hawái, aunque inicialmente se activó una alerta y se ordenaron evacuaciones preventivas en zonas costeras, las autoridades descartaron finalmente la llegada de un tsunami de gran magnitud. El gobernador, Josh Green, confirmó que se habían registrado olas de hasta 1,8 metros en Midway -un atolón a casi 2.000 km al noroeste de Honolulu-, aunque finalmente no se produjeron daños significativos. Finalmente, se registraron en Hawái olas menores en algunas zonas costeras, aunque los desperfectos fueron mínimos y no se han reportado heridos o evacuaciones prolongadas.
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