La ex presidenta argentina quiere destacar que el líder brasileño también fue perseguid y entró en la cárcel para volver después de nuevo a ser presidente de Brasil Leer La ex presidenta argentina quiere destacar que el líder brasileño también fue perseguid y entró en la cárcel para volver después de nuevo a ser presidente de Brasil Leer
Entre almorzar con Javier Milei y visitar a Cristina Fernández de Kirchner, Luiz Inacio Lula da Silva no tuvo dudas: abandonó la sede de la Cancillería argentina, un elegante palacio de la escuela academicista francesa, y se fue al popular barrio de Constitución a visitar a la ex presidenta argentina, que cumple prisión domiciliaria por defraudar al Estado.
«Lula también fue perseguido, también le hicieron lawfare hasta meterlo preso, también intentaron callarlo. No pudieron. Volvió con el voto del pueblo brasileño y la frente en alto», escribió tras la visita Fernández de Kirchner en sus redes sociales.
El presidente brasileño pasó casi una hora en el piso de la líder peronista, una visita autorizada por la justicia tras un pedido de la ex presidenta.
Lula había estado toda la mañana en el Palacio San Martín, la sede de la Cancillería argentina, en una Cumbre de presidentes del Mercosur. A diferencia de lo sucedido en noviembre en Río de Janeiro durante la Cumbre del G20, los líderes de los dos países más grandes de Sudamérica, intercambiaron unas pocas palabras, aunque sin sonrisas y con evidente tensión. Ideológica y personalmente están separados por un abismo.
Todo lo contrario de lo que sucede entre Lula y Cristina, que coincidieron como presidentes entre 2007 y 2011. En un día tan soleado como frío en Buenos Aires, Lula llegó al piso de Cristina. En la calle, un grupo no demasiado nutrido de gente deseosa de que los dos líderes salieran a saludar al balcón. No sucedió, la ex presidenta se cuida de perturbar la tranquilidad del vecindario, porque podría costarle el traslado a una prisión.
Lula, que el miércoles se manifestó a Salvador, Bahía, con una pancarta que decía «impuesto a los megaricos», se abrazó emocionado a la ex presidenta, según mostraron fotos difundidas tras el encuentro, que incluyeron un cartel con la leyenda «Cristina libre» sostenido por Lula en la embajada de Brasil en Buenos Aires.
La visita del líder de la novena economía mundial, que muy probablemente luchará el año próximo a los 80 años por ser presidente por cuarta vez, es fundamental para la ex jefa de Estado argentina.
Fernández de Kirchner busca instalar la imagen de que su condena a seis años de prisión por defraudar al estado es un caso idéntico al de Lula. El hoy presidente brasileño pasó 581 días en prisión, condenado por el juez Sergio Moro por corrupción, pero fue liberado tras ser anulado el juicio por el Supremo Tribunal Federal (STF).
«Lula también fue perseguido, también le hicieron lawfare hasta meterlo preso, también intentaron callarlo», escribió Fernández de Kirchner en sus redes sociales.
«Por eso hoy SU VISITA FUE MUCHO MÁS QUE UN GESTO PERSONAL: FUE UN ACTO POLÍTICO DE SOLIDARIDAD. Los ojos del mundo están viendo con atención como la ARGENTINA VIVE UNA AUTÉNTICA DERIVA AUTORITARIA DE LA MANO DEL GOBIERNO DE MILEI; EN LO QUE PODEMOS IDENTIFICAR COMO TERRORISMO DE ESTADO DE BAJA INTENSIDAD [sic]», añadió con profusion de mayúsculas la ex presidenta, que en los próximos meses podría ser condenada en alguno de los otros tres procesos judiciales que aún enfrenta.
Pero sus seguidores no pierden la esperanza, creen que el destino de Cristina es el mismo que el de Lula: regresar a la presidencia.
«Es lo mismo que le pasó a Lula», dijo una mujer ante la puerta del piso de la ex presidenta. «¡Cristina libre! No hay pruebas contra ella».
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