‘Lux’, un disco para escuchar a Rosalía sin prisas y comprender su fe dentro de la música

Espiritualidad, poder y feminidad son tres palabras claves que definen Lux, el nuevo disco de Rosalía que verá la luz, valga la redundancia, el viernes 7 de noviembre. Un proyecto en el que ha trabajado durante tres años y que no es para escuchar en el metro, es para adentrarse en él sin ningún tipo de distracción, al menos la primera vez. En este álbum, o más bien experiencia sensorial, compuesto por 18 temas —15 en formato digital— y hasta 13 idiomas empleados en ellos, la cantante se abre en canal a sus seguidores y busca en la fe un estado de serenidad y plenitud que le acompañase para siempre.

«Quién pudiera vivir entre los dos / Primero amar el mundo / Y luego amar a Dios», dice uno de los versos de Sexo, violencia y llantas, el primer tema que escuchamos de Lux. Acompañado de piano, violines y una melodía triste, pero intensa, Rosalía muestra cierta vulnerabilidad, pero sin dejar a un lado esa parte reivindicativa que la caracteriza.

Continúa con Reliquia, en la que apunta que su corazón nunca ha sido suyo y hace un repaso de todas las ciudades en las que ha perdido o dejado algo. «Coge un trozo de mí / Y quédatelo pa’ cuando no esté», canta la catalana en este tema, donde se define a sí misma como una divinidad. A esta, precisamente, le sigue Divinize, donde se reafirma en que sabe que fue «hecha para divinizar».

Las figuras de las santas se crean con Porcelana, como el título del cuarto tema, donde, de nuevo, volvemos a escuchar piano, pero también un coro eclesiástico y unos versos en latín, la lengua oficial de la Iglesia Católica. «Mi piel es fina / De ella emana luz que ilumina«, expresa Rosalía en una canción donde podemos escuchar una parte ligeramente rapeada que recuerda incluso a su etapa más urbana.

En este primer tramo de canciones podemos llegar a pensar que la catalana está guardando luto a un amor, pero con Berghain se separa de esa figura y con la ironía de La Perla nos deja claro que ya no sufre por él. «Medalla olímpica al más cabrón / Te harán un monumento a la deshonestidad / Ser bala perdida es su especialidad» le canta a ese «terrorista emocional» que la ha destrozado y por el que se adentra en Un mundo nuevo, para reconectar con ella misma de la mano de la fe.

Aunque en ciertos momentos llega a enloquecer, como en Dios es un stalker, e incluso a recaer, como refleja en La Yugular (Por ti destrozaría el cielo / Por ti derrumbaría el infierno) o Sauvignon blanc (Si te tengo a ti / No quiero a nadie más) en otros la cordura se apodera de ella, siendo el caso de Foccu’ranni donde canta «No seré tu mitad / Nunca de tu propiedad / Seré mía / De mi propiedad» o Mundo robot, donde invade en ella el feminismo y la hermandad: «Él lo que quiere es el poder / Pero no sabe que nosotras nacimos con él».

Llegamos al tramo final con La rumba del perdón, una canción que por sus melodías evoca a su disco El mal querer (2018) y en la que está acompañada por Estrella Morente y Sílvia Pérez Cruz. «Al que no tiene sangre metida en las venas / Primero viene el veneno / Y luego la pena», reza en ella, antes de pasar a Memória, un último ruego donde le pregunta a esa persona que si todavía se acuerda de ella: «Dime que en la mirada triste / Alguna memoria persiste / Recuérdame lo que sea / que yo no consigo recordar».

El viaje espiritual termina con Magnolias, donde Rosalía se despide de todo y de todos con una música épica de fondo, sin olvidarse de ese dios al que canta durante todo el trayecto: «Dios desciende y yo asciendo / nos encontramos en el medio / Quedaos despiertos hasta que vuelva la luz / Yo, que vengo de las estrellas / Me convierto en polvo para volver con ellas«.

 La cantante catalana ha trabajado tres años en este disco, que saldrá para todos los públicos el próximo viernes 7 de noviembre.  

Espiritualidad, poder y feminidad son tres palabras claves que definen Lux, el nuevo disco de Rosalía que verá la luz, valga la redundancia, el viernes 7 de noviembre. Un proyecto en el que ha trabajado durante tres años y que no es para escuchar en el metro, es para adentrarse en él sin ningún tipo de distracción, al menos la primera vez. En este álbum, o más bien experiencia sensorial, compuesto por 18 temas —15 en formato digital— y hasta 13 idiomas empleados en ellos, la cantante se abre en canal a sus seguidores y busca en la fe un estado de serenidad y plenitud que le acompañase para siempre.

«Quién pudiera vivir entre los dos / Primero amar el mundo / Y luego amar a Dios», dice uno de los versos de Sexo, violencia y llantas, el primer tema que escuchamos de Lux. Acompañado de piano, violines y una melodía triste, pero intensa, Rosalía muestra cierta vulnerabilidad, pero sin dejar a un lado esa parte reivindicativa que la caracteriza.

Continúa con Reliquia, en la que apunta que su corazón nunca ha sido suyo y hace un repaso de todas las ciudades en las que ha perdido o dejado algo. «Coge un trozo de mí / Y quédatelo pa’ cuando no esté», canta la catalana en este tema, donde se define a sí misma como una divinidad. A esta, precisamente, le sigue Divinize, donde se reafirma en que sabe que fue «hecha para divinizar».

Las figuras de las santas se crean con Porcelana, como el título del cuarto tema, donde, de nuevo, volvemos a escuchar piano, pero también un coro eclesiástico y unos versos en latín, la lengua oficial de la Iglesia Católica. «Mi piel es fina / De ella emana luz que ilumina«, expresa Rosalía en una canción donde podemos escuchar una parte ligeramente rapeada que recuerda incluso a su etapa más urbana.

En este primer tramo de canciones podemos llegar a pensar que la catalana está guardando luto a un amor, pero con Berghain se separa de esa figura y con la ironía de La Perla nos deja claro que ya no sufre por él. «Medalla olímpica al más cabrón / Te harán un monumento a la deshonestidad / Ser bala perdida es su especialidad» le canta a ese «terrorista emocional» que la ha destrozado y por el que se adentra en Un mundo nuevo, para reconectar con ella misma de la mano de la fe.

Aunque en ciertos momentos llega a enloquecer, como en Dios es un stalker, e incluso a recaer, como refleja en La Yugular (Por ti destrozaría el cielo / Por ti derrumbaría el infierno) o Sauvignon blanc (Si te tengo a ti / No quiero a nadie más) en otros la cordura se apodera de ella, siendo el caso de Foccu’ranni donde canta «No seré tu mitad / Nunca de tu propiedad / Seré mía / De mi propiedad» o Mundo robot, donde invade en ella el feminismo y la hermandad: «Él lo que quiere es el poder / Pero no sabe que nosotras nacimos con él».

Llegamos al tramo final con La rumba del perdón, una canción que por sus melodías evoca a su disco El mal querer (2018) y en la que está acompañada por Estrella Morente y Sílvia Pérez Cruz. «Al que no tiene sangre metida en las venas / Primero viene el veneno / Y luego la pena», reza en ella, antes de pasar a Memória, un último ruego donde le pregunta a esa persona que si todavía se acuerda de ella: «Dime que en la mirada triste / Alguna memoria persiste / Recuérdame lo que sea / que yo no consigo recordar».

El viaje espiritual termina con Magnolias, donde Rosalía se despide de todo y de todos con una música épica de fondo, sin olvidarse de ese dios al que canta durante todo el trayecto: «Dios desciende y yo asciendo / nos encontramos en el medio / Quedaos despiertos hasta que vuelva la luz / Yo, que vengo de las estrellas / Me convierto en polvo para volver con ellas«.

 20MINUTOS.ES – Cultura

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