¿Tiene sentido el regalo a los profesores al final del curso? "No ha de ser algo material, puede generar situaciones desagradables"

Flores, pañuelos, dibujos, cartas, material personalizado o hasta escapadas de fin de semana o piezas de joyería. Este es el amplio abanico de regalos que reciben hoy en día muchos docentes al finalizar el curso por parte de las familias en agradecimiento por su labor que han realizado durante el año con sus hijos e hijas. Un detalle que suele comenzar a organizarse aproximadamente en mayo y que está a punto de llegar a sus destinatarios cuando los docentes españoles despidan a sus alumnos la próxima semana, cuando comienzan las vacaciones escolares de verano. Tanto familias como docentes, pasando por la visión académica, todas las fuentes consultadas por este periódico para este reportaje coinciden en que lo ideal es obsequiar con un detalle «simbólico», hecho desde el cariño por los propios niños y que no suponga un «compromiso» o genere situaciones incómodas ni para las familias ni para el profesorado.

«No es obligatorio, pero desde la gratitud sí son bonitos actos o pequeños detalles inmateriales o fungibles, como una flor o unas galletas. Esa gratitud sí debe darse hacia los docentes, pero ha de ser constante, no solo en un momento final, porque los maestros han estado trabajando durante todo el curso». Así opina Carmen Martínez Conde, coordinadora académica del Máster Universitario en Orientación Educativa Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). La experta considera que «no es necesario que sea algo material, lo cual puede poner en un compromiso a muchas familias porque no pueden realizar ese gasto y puede generar situaciones desagradables».

Al buscar en Google ‘ideas de regalos para profes fin de curso’, el buscador ofrece resultados que van de los 10 hasta los 164 euros. Los resultados en Amazon sin similares. Entre los objetos destacan bolsas, botellas o tazas personalizables y las cajas regalo para ir a un hotel, un spa o un restaurante. Lo ideal, para Martínez, es mostrar «generosidad y desprendimiento día a día». Sin embargo, lamenta que la sociedad actual está «marcada por la cultura del consumo» y la «inmediatez», lo cual ha llevado a demostrar el cariño con hechos materiales.

Para evitar «situaciones desagradables entre los propios docentes», la especialista propone regalar «desde el cariño» y basándose en la relación de confianza construida durante el curso, la cual ayudará a acertar a la hora de saber qué detalle preparar -si así se desea-. También aconseja conocer la política del centro, ser empáticos con todas las familias y conocer la situación de cada una, y delegar en una familia que actúe «a modo de portavoz» y «puente» entre las familias y el centro educativo.

Asimismo, apunta que a los maestros les puede «incluso doler» el recibir un detalle que saben que ha supuesto un esfuerzo económico para las familias, cuyas situaciones «conocen muy bien porque, además, los niños son muy transparentes», o porque sepan que es algo al que no le van a dar uso.

Sonia Castillo, profesora de Infantil en un colegio público de Madrid y con más de 20 años de experiencia, explica a 20minutos que cuando comenzó en la docencia con 30 años recuerda «con alegría y mucho cariño» ver las caras «de gratificación» de las familias que «de repente, entraban en tu clase emocionadas, dándote las gracias porque a sus hijos les habías tratado durante el año fenomenal, porque habían aprendido y porque confiaban en ti». En aquellos tiempos, rememora, «tenían un detalle entre todos, algo normalito» que recibía como «un detallazo» que le hacía sentir «superquerida».

Actualmente, se describe como «más realista» y con la intención de que «todo el mundo esté muy bien» y evitar rencillas entre las familias, razón por un año cambiaron el regalo por una quedada en una dehesa todos juntos durante una tarde. «Ese era el regalo que hacíamos porque al final se trata de eso, de compartir y de tener un detalle». «Si no te regalan nada, te da exactamente igual. El mayor regalo es una sonrisa, un hola, un saber que estás bien con la familia. Y si te regalan algo, genial. Que es un detalle con todos los nombres de los niños, perfecto. Que es un regalo de experiencia, pues perfecto también, porque es lo que las familias han querido. Pero el regalo más maravilloso que podemos recibir los profesores es el apoyo y afecto diario de las familias», agrega Castillo, que como persona «detallista», comprende que haya familias a las que les nazca un detalle en forma de «gratificación».

Por su parte, Vanesa Domínguez, profesora de francés en un instituto público de Sevilla y madre de dos niñas pequeñas, relata su experiencia desde ambos puntos de vista. Como madre, considera que preparar el regalo para los docentes al final del curso «se ha convertido prácticamente en una obligación» que llega al grupo de Whatsapp del colegio «te caiga bien, te caiga mal, haya hecho su trabajo bien, o no lo haya hecho bien». Además, continúa, «si dices que no participas, eres como el rácano o el rancio que no quiere participar, o sea que al final todo el mundo se ve un poco llevado por esta corriente del regalo, quiera o no quiera», opina.

Si dices que no participas, eres como el rácano o el rancio que no quiere participar, o sea que al final todo el mundo se ve un poco llevado por esta corriente»

Como docente, cuenta que en el instituto no le regalan nada a final de curso, pues en esta etapa el detalle se suele tener con el tutor o tutora. «Cuando de verdad se ven agradecidos por algo, por ejemplo, en mi caso, cuando me llevo a los niños de Erasmus, me suelen regalar cositas los niños o las familias porque están agradecidas por el trabajo que se ha hecho. En ese caso, me emociona un montón porque veo que no es algo que se haga con todo el mundo, sino que lo han hecho porque de verdad les ha nacido«. A su vuelta de estar unos días con los alumnos en Francia, las familias le recibieron con «ramos de flores».

En la misma línea se pronuncia la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (Ceapa), María Capellán: «Nosotros entendemos que el profesorado ya hace su labor y que no tiene por qué recibir un regalo cuando hace su trabajo bien hecho». La representante de las familias añade que «hacer un regalo al tutor, que a lo mejor ha pasado una hora con ellos, cuando hay profesores que pasan más tiempo, desde Ceapa no lo vemos».

La organización apuesta por «algún tipo de regalo simbólico» como un dibujo elaborado por los pequeños, un vídeo o una postal, al tiempo que lamenta que «últimamente, aparte de que se pone en un compromiso a la gente que no le apetece, ya no se hacen regalos simbólicos de un boli o cualquier cosa, es que se hacen vacaciones, spas… regalos que al final suponen un desembolso importante para las familias, que entendemos que no tiene por qué ser así». Capellán ratifica la experiencia que describe Domínguez al explicar que «cuando se pone por el grupo de WhatsApp ‘vamos a hacer un regalo a la profe, quien quiera colaborar, que lo diga’, al final, quien no quiere, se siente violento. Además, no todos los alumnos tienen el mismo ‘feeling’ con el profesorado, como es lógico».

Además, Capellán apunta que muchas veces el regalo no encaja con los gustos y aficiones del docente, que tiene que cambiarlo o devolverlo. «¿A qué trabajador todos los años le hacen un regalo de ese estilo?», zanja.

En conclusión, si se decide preparar un regalo, este ha de ser, según Martínez, hecho con cariño, proporcionado y mostrar un sano y verdadero agradecimiento, lo cual implica que sea lo más personal posible y puede ser educativo. Además, ha de respetar la situación de los demás y no generar fricciones en el grupo de familias, a las que anima a actuar con sensibilidad, discreción y prudencia. «Es fundamental trabajar la amistad entre las familias y buscar el bien del otro, así se comprende mucho mejor la situación de cada una y es más fácil llegar a un consenso», termina.

 La orientadora Carmen Martínez asegura que es preferible demostrar «gratitud» y «generosidad día a día».  

Flores, pañuelos, dibujos, cartas, material personalizado o hasta escapadas de fin de semana o piezas de joyería. Este es el amplio abanico de regalos que reciben hoy en día muchos docentes al finalizar el curso por parte de las familias en agradecimiento por su labor que han realizado durante el año con sus hijos e hijas. Un detalle que suele comenzar a organizarse aproximadamente en mayo y que está a punto de llegar a sus destinatarios cuando los docentes españoles despidan a sus alumnos la próxima semana, cuando comienzan las vacaciones escolares de verano. Tanto familias como docentes, pasando por la visión académica, todas las fuentes consultadas por este periódico para este reportaje coinciden en que lo ideal es obsequiar con un detalle «simbólico», hecho desde el cariño por los propios niños y que no suponga un «compromiso» o genere situaciones incómodas ni para las familias ni para el profesorado.

«No es obligatorio, pero desde la gratitud sí son bonitos actos o pequeños detalles inmateriales o fungibles, como una flor o unas galletas. Esa gratitud sí debe darse hacia los docentes, pero ha de ser constante, no solo en un momento final, porque los maestros han estado trabajando durante todo el curso». Así opina Carmen Martínez Conde, coordinadora académica del Máster Universitario en Orientación Educativa Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). La experta considera que «no es necesario que sea algo material, lo cual puede poner en un compromiso a muchas familias porque no pueden realizar ese gasto y puede generar situaciones desagradables».

Al buscar en Google ‘ideas de regalos para profes fin de curso’, el buscador ofrece resultados que van de los 10 hasta los 164 euros. Los resultados en Amazon sin similares. Entre los objetos destacan bolsas, botellas o tazas personalizables y las cajas regalo para ir a un hotel, un spa o un restaurante. Lo ideal, para Martínez, es mostrar «generosidad y desprendimiento día a día». Sin embargo, lamenta que la sociedad actual está «marcada por la cultura del consumo» y la «inmediatez», lo cual ha llevado a demostrar el cariño con hechos materiales

Para evitar «situaciones desagradables entre los propios docentes», la especialista propone regalar «desde el cariño» y basándose en la relación de confianza construida durante el curso, la cual ayudará a acertar a la hora de saber qué detalle preparar -si así se desea-. También aconseja conocer la política del centro, ser empáticos con todas las familias y conocer la situación de cada una, y delegar en una familia que actúe «a modo de portavoz» y «puente» entre las familias y el centro educativo.

Asimismo, apunta que a los maestros les puede «incluso doler» el recibir un detalle que saben que ha supuesto un esfuerzo económico para las familias, cuyas situaciones «conocen muy bien porque, además, los niños son muy transparentes», o porque sepan que es algo al que no le van a dar uso.

Sonia Castillo, profesora de Infantil en un colegio público de Madrid y con más de 20 años de experiencia, explica a 20minutos que cuando comenzó en la docencia con 30 años recuerda «con alegría y mucho cariño» ver las caras «de gratificación» de las familias que «de repente, entraban en tu clase emocionadas, dándote las gracias porque a sus hijos les habías tratado durante el año fenomenal, porque habían aprendido y porque confiaban en ti». En aquellos tiempos, rememora, «tenían un detalle entre todos, algo normalito» que recibía como «un detallazo» que le hacía sentir «superquerida». 

Imagen de archivo de una mesa de escuela repleta de regalos y cartas de agradecimiento.
Imagen de archivo de una mesa de escuela repleta de regalos y cartas de agradecimiento.
GETTY IMAGES

Actualmente, se describe como «más realista» y con la intención de que «todo el mundo esté muy bien» y evitar rencillas entre las familias, razón por un año cambiaron el regalo por una quedada en una dehesa todos juntos durante una tarde. «Ese era el regalo que hacíamos porque al final se trata de eso, de compartir y de tener un detalle». «Si no te regalan nada, te da exactamente igual. El mayor regalo es una sonrisa, un hola, un saber que estás bien con la familia. Y si te regalan algo, genial. Que es un detalle con todos los nombres de los niños, perfecto. Que es un regalo de experiencia, pues perfecto también, porque es lo que las familias han querido. Pero el regalo más maravilloso que podemos recibir los profesores es el apoyo y afecto diario de las familias», agrega Castillo, que como persona «detallista», comprende que haya familias a las que les nazca un detalle en forma de «gratificación».

Por su parte, Vanesa Domínguez, profesora de francés en un instituto público de Sevilla y madre de dos niñas pequeñas, relata su experiencia desde ambos puntos de vista. Como madre, considera que preparar el regalo para los docentes al final del curso «se ha convertido prácticamente en una obligación» que llega al grupo de Whatsapp del colegio «te caiga bien, te caiga mal, haya hecho su trabajo bien, o no lo haya hecho bien». Además, continúa, «si dices que no participas, eres como el rácano o el rancio que no quiere participar, o sea que al final todo el mundo se ve un poco llevado por esta corriente del regalo, quiera o no quiera», opina. 

Si dices que no participas, eres como el rácano o el rancio que no quiere participar, o sea que al final todo el mundo se ve un poco llevado por esta corriente»

Como docente, cuenta que en el instituto no le regalan nada a final de curso, pues en esta etapa el detalle se suele tener con el tutor o tutora. «Cuando de verdad se ven agradecidos por algo, por ejemplo, en mi caso, cuando me llevo a los niños de Erasmus, me suelen regalar cositas los niños o las familias porque están agradecidas por el trabajo que se ha hecho. En ese caso, me emociona un montón porque veo que no es algo que se haga con todo el mundo, sino que lo han hecho porque de verdad les ha nacido«. A su vuelta de estar unos días con los alumnos en Francia, las familias le recibieron con «ramos de flores».

En la misma línea se pronuncia la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (Ceapa), María Capellán: «Nosotros entendemos que el profesorado ya hace su labor y que no tiene por qué recibir un regalo cuando hace su trabajo bien hecho». La representante de las familias añade que «hacer un regalo al tutor, que a lo mejor ha pasado una hora con ellos, cuando hay profesores que pasan más tiempo, desde Ceapa no lo vemos».

La organización apuesta por «algún tipo de regalo simbólico» como un dibujo elaborado por los pequeños, un vídeo o una postal, al tiempo que lamenta que «últimamente, aparte de que se pone en un compromiso a la gente que no le apetece, ya no se hacen regalos simbólicos de un boli o cualquier cosa, es que se hacen vacaciones, spas… regalos que al final suponen un desembolso importante para las familias, que entendemos que no tiene por qué ser así». Capellán ratifica la experiencia que describe Domínguez al explicar que «cuando se pone por el grupo de WhatsApp ‘vamos a hacer un regalo a la profe, quien quiera colaborar, que lo diga’, al final, quien no quiere, se siente violento. Además, no todos los alumnos tienen el mismo ‘feeling’ con el profesorado, como es lógico».

Además, Capellán apunta que muchas veces el regalo no encaja con los gustos y aficiones del docente, que tiene que cambiarlo o devolverlo. «¿A qué trabajador todos los años le hacen un regalo de ese estilo?», zanja.

En conclusión, si se decide preparar un regalo, este ha de ser, según Martínez, hecho con cariño, proporcionado y mostrar un sano y verdadero agradecimiento, lo cual implica que sea lo más personal posible y puede ser educativo. Además, ha de respetar la situación de los demás y no generar fricciones en el grupo de familias, a las que anima a actuar con sensibilidad, discreción y prudencia. «Es fundamental trabajar la amistad entre las familias y buscar el bien del otro, así se comprende mucho mejor la situación de cada una y es más fácil llegar a un consenso», termina.

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