Un nuevo estudio muestra cómo el ejercicio protege el cerebro frente al alzhéimer

Casi un millón de personas en España padece alzhéimer, y se espera que la cifra crezca de manera muy importante a lo largo de los próximos años. Por ello, existe a nivel de salud pública un gran interés por la puesta en marcha de intervenciones preventivas que ayuden a reducir la carga que la patología representa a nivel individual y social.

En muchos casos, estas estrategias preventivas pasan por determinados cambios en el estilo de vida orientados a la adopción de hábitos saludables. Por ejemplo, un estudio recientemente publicado en la revista Nature Neuroscience ha descrito posibles mecanismos por los que el ejercicio físico podría proteger frente a las enfermedades neurodegenerativas.

El ejercicio modifica el cerebro

Para llegar a esta conclusión, estos investigadores emplearon una técnica llamada secuenciación de ARN de núcleo único (snRNA-seq), que permite analizar la actividad de los genes examinando el ARN (una molécula que ‘transmite’ la información codificada en las células a distintas partes de la célula que la traducen) que hay en el interior de cada célula. De este modo, es posible obtener información precisa sobre el estado de activación de los genes de cada célula en concreto.

De esta manera, estudiaron el modo en el que el ejercicio modificaba el cerebro en una región importante en la patología del alzhéimer en modelos animales (ratones) modificados para que desarrollaran la enfermedad.

Más específicamente, se enfocaron en el hipocampo, un área cerebral responsable de generar nuevos recuerdos y mantener los viejos e implicada en otras funciones como el procesamiento de las emociones o el aprendizaje de información nueva.

Activación de genes protectores

De este modo, encontraron que el ejercicio cambiaba el patrón de actividad en unas células inmunes del hipocampo llamadas microglía, así como en un tipo específico de astrocito asociado a los vasos sanguíneos del cerebro y que forma parte de la barrera hematoencefálica (el filtro que asegura que las sustancias potencialmente tóxicas presentes en la sangre no ingresen en nuestro cerebro).

También, comprobaron que el ejercicio físico se traducía en un aumento de la activación de un gen metabólico llamado ATPIF1, que funciona como un regulador del metabolismo energético de las células y más en concreto como un factor importante de la neurogénesis, que es proceso por el que se forman neuronas nuevas en nuestro cerebro. Resulta relevante señalar que existen bastantes evidencias que apuntan a que las intervenciones que estimulan la neurogénesis pueden tener efectos protectores frente al desarrollo de alzhéimer y otras formas de demencia.

Estos hallazgos se confirmaron posteriormente en cultivos de células cerebrales humanas, lo que incide en la aplicabilidad de los descubrimientos a los seres humanos.

La inflamación como base del alzhéimer

En última instancia, estas conclusiones profundizan en nuestro entendimiento del modo en el que el cerebro responde específicamente al ejercicio, más allá de los beneficios más generales que sabemos de sobra que esta actividad tiene para el cuerpo humano.

Además, dado que tanto los astrocitos como la microglia desempeñan roles fundamentales en la regulación de la respuesta inmune, aportan peso a las hipótesis que señalan a los procesos inflamatorios como al menos una parte importante en la génesis del alzhéimer y las enfermedades neurodegenerativas.

Por ello, estas evidencias suman al volumen de pruebas que aconseja el ejercicio físico como parte de cualquier régimen que persiga no sólo mejorar la salud general de las personas, sino más concretamente reducir su riesgo de padecer alzhéimer u otras formas de demencia.

Referencias

Da Rocha, J.F., Lance, M.L., Luo, R. et al. Protective exercise responses in the dentate gyrus of Alzheimer’s disease mouse model revealed with single-nucleus RNA-sequencing. Nature Neuroscience (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41593-025-01971-w

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 El trabajo ha documentado el modo en el que el ejercicio físico promueve la activación de ciertos tipos de células en el cerebro, lo que podría proteger frente al desarrollo del alzhéimer.  

Casi un millón de personas en España padece alzhéimer, y se espera que la cifra crezca de manera muy importante a lo largo de los próximos años. Por ello, existe a nivel de salud pública un gran interés por la puesta en marcha de intervenciones preventivas que ayuden a reducir la carga que la patología representa a nivel individual y social.

En muchos casos, estas estrategias preventivas pasan por determinados cambios en el estilo de vida orientados a la adopción de hábitos saludables. Por ejemplo, un estudio recientemente publicado en la revista Nature Neuroscience ha descrito posibles mecanismos por los que el ejercicio físico podría proteger frente a las enfermedades neurodegenerativas.

El ejercicio modifica el cerebro

Para llegar a esta conclusión, estos investigadores emplearon una técnica llamada secuenciación de ARN de núcleo único (snRNA-seq), que permite analizar la actividad de los genes examinando el ARN (una molécula que ‘transmite’ la información codificada en las células a distintas partes de la célula que la traducen) que hay en el interior de cada célula. De este modo, es posible obtener información precisa sobre el estado de activación de los genes de cada célula en concreto.

De esta manera, estudiaron el modo en el que el ejercicio modificaba el cerebro en una región importante en la patología del alzhéimer en modelos animales (ratones) modificados para que desarrollaran la enfermedad.

Más específicamente, se enfocaron en el hipocampo, un área cerebral responsable de generar nuevos recuerdos y mantener los viejos e implicada en otras funciones como el procesamiento de las emociones o el aprendizaje de información nueva.

Activación de genes protectores

De este modo, encontraron que el ejercicio cambiaba el patrón de actividad en unas células inmunes del hipocampo llamadas microglía, así como en un tipo específico de astrocito asociado a los vasos sanguíneos del cerebro y que forma parte de la barrera hematoencefálica (el filtro que asegura que las sustancias potencialmente tóxicas presentes en la sangre no ingresen en nuestro cerebro).

También, comprobaron que el ejercicio físico se traducía en un aumento de la activación de un gen metabólico llamado ATPIF1, que funciona como un regulador del metabolismo energético de las células y más en concreto como un factor importante de la neurogénesis, que es proceso por el que se forman neuronas nuevas en nuestro cerebro. Resulta relevante señalar que existen bastantes evidencias que apuntan a que las intervenciones que estimulan la neurogénesis pueden tener efectos protectores frente al desarrollo de alzhéimer y otras formas de demencia.

Estos hallazgos se confirmaron posteriormente en cultivos de células cerebrales humanas, lo que incide en la aplicabilidad de los descubrimientos a los seres humanos.

La inflamación como base del alzhéimer

En última instancia, estas conclusiones profundizan en nuestro entendimiento del modo en el que el cerebro responde específicamente al ejercicio, más allá de los beneficios más generales que sabemos de sobra que esta actividad tiene para el cuerpo humano.

Además, dado que tanto los astrocitos como la microglia desempeñan roles fundamentales en la regulación de la respuesta inmune, aportan peso a las hipótesis que señalan a los procesos inflamatorios como al menos una parte importante en la génesis del alzhéimer y las enfermedades neurodegenerativas.

Por ello, estas evidencias suman al volumen de pruebas que aconseja el ejercicio físico como parte de cualquier régimen que persiga no sólo mejorar la salud general de las personas, sino más concretamente reducir su riesgo de padecer alzhéimer u otras formas de demencia.

Referencias

Da Rocha, J.F., Lance, M.L., Luo, R. et al. Protective exercise responses in the dentate gyrus of Alzheimer’s disease mouse model revealed with single-nucleus RNA-sequencing. Nature Neuroscience (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41593-025-01971-w

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